jueves, 21 de enero de 2010

Tras los pasos del Che

Tras los pasos del Che es un viaje entre el mito y la historia. Entre la verdad escrita en rocas y árboles y la leyenda soñada por los visitantes y los pobladores; unos con ilusión y otros con necesidad


Apenas recorrimos una pequeñísima porción de su camino, muy pequeña, pero alcanza. Fue ampliamente suficiente para emocionar al más escéptico y al más sensible.



Aunque creo me será muy difícil, voy a intentar ser un escritor neutral, cosa casi imposible (encima me atribuyo el titulo de escritor, que caradura!!!). Soy solo yo y mis circunstancias. Voy a intentar no hablar de política, ni economía, ni de izquierdas y derechas; solo mito e historia. Que cada un elija. Yo ya hice mi elección.

De todas formas, nunca fui un “guevarista” como por aquí se llaman algunos visitantes lustrándose estrellas, acomodándose la boina y pidiendo una hamburguesa estilo McDonald´s. Al Che siempre lo mire de reojo, con asombro y emoción. Pero mentiría si dijese que se me infla mi corazón revolucionario al pensar en él. Además nunca creí mucho en ningún santo en remera.

Así y todo, siempre he querido venir por aquí, tras sus pasos. Ahora entiendo que fui atraído más por el mito que por su historia. Que bueno redescubrir las cosas y permitirse cautivar otra vez.


Pero basta de prólogos que adormecen y revivamos el camino del Che juntos. Arrancamos allá por Santa Cruz, saliendo en minibús hacia Valle Grande. Es un camino serpenteante entre valles sembrados y montañas densamente ocupadas por la vegetación. Un trayecto largo de varias horas por la llamada carretera vieja a Cochabamba. Vieja pero con asfalto, cosa que íbamos a extrañar por varios días. Después de unas horas, se accede al desvío hacia Valle Grande y ahí cambia todo. Camino de montaña, tierra y ripio en el mejor de los casos. Pero el paisaje y el clima ayudan al ánimo y por sobretodo al alma.



Un factor si cambia considerablemente: somos los únicos extranjeros en el bus. Por estas tierras de separatistas, autonomistas y antimoralistas no vienen muchos extranjeros y menos tras la historia de un guerrillero. “Aquí solo vienen ustedes los argentinos y los cubanos”, nos dijeron. Pero por el tono no supimos si fue un halago o un insulto.








Llegamos a Valle grande por la tarde. Es un pueblo chico ubicado entre cerros y montañas, de calles empedradas y casas coloniales, hermoso como pocos y con su propio ritmo. Rápidamente quisimos averiguar como ir para La Higuera, lugar donde dieron captura al Che, pero la cosa no iba a ser tan fácil. “Hay movilidad pero solo salen los jueves y vuelven el viernes o el domingo, sino usted puede tomar un taxi”, nos dijeron. Cascotazo a la ilusión. Hoy es lunes no? Si. Que es una movilidad? Un camión. Cuanto sale el taxi? Mucho para nuestro bolsillo. La mano viene esquiva.







Hasta el jueves entonces. Todo a su tiempo que el apurado siempre se resbala. Unos días en Valle Grande no le hacen mal a nadie. Menos a nosotros que veníamos de una gira vertiginosa y extrañando no cambiar de cama diariamente. Encima de regalo nos cae una lluvia y me parece que le caímos bien y nos quiere acompañar por un rato. Por favor, por un rato nomás.





Así pasamos unos días estirando el cuerpo en una cama (mucho más cómodo que el asiento de un bus) y recuperando kilos perdidos. Visitamos el Hospital del pueblo donde se encuentra la Lavandería, último reposo del cuerpo de Che. Que sensación tan extraña estar ahí. Tantas veces lo vi por televisión en algún aniversario de su muerte o en algún documental; pero estar ahí es tan distinto. Como un espacio de tres paredes, un techo de chapa y un pileton de cemento en medio de un jardín sobre la ladera de la montaña pueden movilizar tanto? Sin dudas ese espacio esta resignificado por el mito y la historia. Por primera vez los veo juntos a los dos. Las paredes de revoques escritos y tallados a fuerza de algún punzón improvisado, gritan revolución; gritan por un mundo que quiso ser y no lo fue, pero que sigue peleando por serlo.







Ese espacio, que mas bien es un vacío sacralizado por el cuerpo del Che que alguna vez estuvo ahí, me hizo recordar y sentir la sensación de estar en una pequeña capilla; pero eso que esta en la capilla, la cruz, en la Lavandería no existe, es un no-objeto, una ausencia, solo queda el piletón donde alguna vez el Che soñó su ultimo sueño y se convirtió en mártir y el mártir se hizo mito para estamparse en remeras, gorras, llaveros y cuanto objeto comercializable exista. Espero no herir susceptibilidades con la comparación.





Pero ahí sentado, mirando el pileton, el vacío, leyendo las paredes, oliendo la tierra, imaginando la historia, la imagen se dibuja y el cuerpo se hace presente. El recuerdo no se calla, alienta, enorgullece y te grita al corazón y al alma que el comandante Ernesto Che Guevara sigue vivo. Hasta el más escéptico se emociona y yo no soy la excepción.





Veo un chico sentado, con la mirada enrojecida y paralizada en el pileton de cemento; sus manos se acercan y recorren la superficie el pileton como queriendo acariciar el cuerpo aun latente. Sus ojos contienen lágrimas de emoción y cariño. Vuelvo a pensar, que sensación tan extraña estar ahí.


Así paso nuestro primer contacto con el Che, porque realmente uno siente que sigue ahí. Salimos para el mausoleo del Che junto con un guía del lugar, Gonzalo y unos visitantes que conocimos en el lugar, Brenda, Tato y Diego. El mausoleo es el lugar donde supuestamente encontraron un tumba común con el cuerpo del Che y otros guerrilleros. Digo supuestamente porque todo es así en este lugar. Las versiones sobre los hechos son muy variadas y cada uno tiene la suya. En ese sentido, Valle Grande me recuerda a Hurlingham: todos estuvimos con Luca o hablamos algunas palabras con Mollo o Arnedo. Acá es lo mismo, todos tienen algo que decir del Che, que se sentó ahí, que vino caminando por esa calle y fumo en esta esquina. Pero toda moneda tiene dos caras y también existe la indeferencia. Para mucha gente del pueblo, el Che es solo un personaje más que paso por ahi y lo recuerdan sin mucha importancia y solo ocasionalmente con la visita de turistas. Fracaso o victoria de la guerrilla? Como dije la moneda tiene dos caras y siempre son distintas.





Pasan los días y el jueves por fin llega. Amanece nublado, frío y con amenaza de lluvia. Si, le caímos muy bien por lo visto. La mencionada “movilidad” implica simple y llanamente eso: movimiento sin más exigencias; la comodidad, el techo y las ventanas queda para otro tipo de transporte, este es un simple camión. Ahora entiendo eso de viajar como ganado, pero por suerte no vienen vacas en esta movilidad (por ahora)





Salimos hacia La Higuera y el camino es impresionante. Rápidamente se esfuman los deseos de comodidad y me subo como un mono enardecido a la carroza del camión a ver el paisaje. Juntamos otro puñado de compañeros (palabra nunca antes tan precisa) que algunos nos acompañaran por un largo tiempo: Vanesa, Diego, Paula, Fidel, Cintia y Laura.







Al llegar nos recibe un grupo de casas dispuestas sobre la ladera de la montaña casi espontáneamente, una plaza con una estrella de hormigón en el piso y en su centro un busto del Che y por delante, como en la vanguardia, una inmensa estatua metálica del Che con su brazo en alto saludando al recién llegado y despidiendo al que pronto volverá. La plaza esta rodeada de unas humildes casas con inscripciones y notas de palabras del Che y sobre una explanada se alza un monumento de piedra maciza con un enorme busto del Che. Es como si de repente el Che junto con el paisaje nos recibiera con un fuerte abrazo. Al fin llegamos.






En este humilde poblado se revive el mito del Che pero también se descubre la historia escondida en cada paso que se da. Estas piedras lo vieron pasar, lo cubrieron de las inclemencias del tiempo, escucharon sus palabras y fueron testigos de su captura por el ejército boliviano.







A unos cuantos metros, subiendo la montaña, se puede acceder por un recorrido hasta la Quebrada del Churo. Después de una larga caminata entre selva y maizales, se llega al punto exacto donde dieron captura al Che. Es realmente apasionante caminar por esos senderos donde camino la guerrilla, llegar a la piedra donde dio su último esfuerzo de resistencia y dejarse llevar por el lugar y su historia.









“Muchos me dirán aventurero y lo soy, solo que de un tipo diferente, de los que ponen el pellejo para demostrar verdades”.


Ernesto Che Guevara.

Y claro que lo puso, el pellejo y mucho más. Estando en esta selva del este boliviano impresiona su espíritu y convicción de que la revolución se hace con las armas y de pie. Impresiona el que haya dejado las comodidades y ventajas de su trabajo político en La Habana para llevar la revolución a todos los rincones del mundo y alcanzar así la libertad plena y autónoma de todos los pueblos. “Soy un hombre de acción”, dijo. Más allá de toda ideología política, su historia es apasionante y caminas tras sus pasos aun más.






Cae el atardecer y hay que volver al pueblo. Muchas emociones para un día pero la noche nos guardaban una sorpresa. La Higuera es un pueblo tan chico que no hay donde comer y nosotros no llevamos nada para cenar. Por suerte nos recibió en su humilde casa Doña Irma Rosada y nos cocino una riquísima cena de arroz, ensalada y carne de cerdo. La conversación se fue armando y nos llevamos la sorpresa de que Doña Irma fue la persona que a sus jóvenes veintiún años le sirvió al Che sus últimos alimentos. Imagínense recibir un plato de arroz de la misma mano. Bajo la luz de una lamparita perezosa, Irma nos fue relatando como vivió esos últimos días del Che; el miedo a la guerrilla y al ejercito, los días que pasaron el pueblo entero escondidos en una casita sin agua y comida, el paso del Che por las calles del pueblo y su posterior encierro en la escuelita, los ruidos de las balaceras en la montaña, los últimos alimentos que le dio y sonido del disparo que dio fin a su vida. Ver las expresiones de su rostro mientras buscaba recuerdos en su memora sexagenaria y nos hablaba con su vos suave y bajita en la penumbra de ese cuarto fue una experiencia cautivadora. Solo nos quedamos en silencio, escuchando, emocionándonos hasta que nos gano el cansancio de la caminata. Agradecimos pero un beso y un abrazo se quedo corto como agradecimiento. Ahora si, muchas emociones para un día. Solo queda dormir y descansar. El viaje de regreso a Valle Grande es largo y agotador.


De izquierda a derecha: Vane, Dona, Jose, Paula, Fidel
Abajo: Walter y Edu




Al otro día me levante muy temprano y decidí ir a caminar solo por el pueblo. Las nubes estaban muy bajas y tapaban las montañas. El aire estaba fresco y el pueblo en silencio. Ahí en la soledad del camino de tierra y piedra me sentí una sensación de paz y tranquilidad inigualables. Solo me acompañaba mi ser, la montaña y la presencia del Che en todas partes.



 Más tarde desayuno en lo de Doña Irma. Foto recuerdo de su compania y a visitar la escuelita. Es el lugar donde tuvieron detenido al Che para después de unos días fusilarlo sin piedad. “póngase sereno, usted va a matar a un hombre”, le dijo a su ejecutor y una bala encendió el fuego del mito que nunca mas se va a extinguir.







Al mediodía llega la movilidad de regreso, nos despedimos de todo con alegría y regocijo y salimos de vuelta para Valle Grande. Otra vez la lluvia que se encariña con nosotros y encima esta vez la tripulación incluía cuatro vacas y cinco cerdos. Esto va a ser duro.



Edu sigue aprendiendo nuevos oficios




De vuelta en Valle Grande nos hospedamos en lo de nuestros nuevos amigos Fidel, Evelyn y su hijo Lucas, La Posada del Guerrillero. Necesitábamos un hogar para descansar el cuerpo y renovar el espíritu y su posada es el lugar indicado. No deja de sorprenderme a la cantidad de gente adorable que nos regala el camino.



De izquierda a derecha: Vane, Jose, Edu, Evelyn, Fidel,
abajo: Walter, Paula y Lucas


Una noche de descanso y salimos para La Paz previa escala en Cochabamba. Valle Grande y La Higuera quedan atrás pero la presencia y el ejemplo del Comandante Ernesto Che Guevara quedara por siempre hacia delante. Como dije al principio, que cada uno haga su elección, yo me quedo con la historia de ese gran hombre de acción, aventurero, quijotesco o como quieran definirlo.




Humberto Vázquez Viana, compañero de guerrilla del Che, en su libro “Una guerrilla para el Che” dice:



“El mito del Che no fascina tanto por sus triunfos como por sus derrotas, no por lo que hizo sino por lo que quiso hacer, no por lo que logro sino por lo que abandono”.



Creo que lo más importante de su presencia es la cohesión que genera entre las personas que de una u otra forma nos acercamos a él. Esa cohesión, esa unidad, nos hace creer que somos fuertes y que es posible pensar y hacer un mundo mejor.



Espero que nosotros y las generaciones futuras seamos “el combustible de un mundo en marcha hacia lo pensado y empezado por el Che” (Fidel de la Posada del Guerrillero, gracias amigo)







Y como dijo el mismo Comandante Ernesto Che Guevara” en persona:



“Seamos realistas y hagamos lo imposible”

Después de todo, nada mas importa y anda mas nos queda por hacer.

sábado, 16 de enero de 2010

Abro los ojos...

Abro los ojos, tan solo un poco, mis pupilas están cansadas. Veo por la ventanilla un cielo oscuro como jamás vi en mi vida. La luna y las nubes discuten a los gritos quien se gana la noche, pero le ganan por afano. Son más y vienen con lluvia. Los cerros abajo las esperan impacientes. Los arboles, las plantas y la tierra seca se relamen por la gotas por caer. Todo pasa tan rápido. Todo se mueve tanto. En parte por el bus que zarandea de un lado para el otro las 50 almas que lleva. En parte por la fiebre que molesta en mi cabeza y no me deja dormir. Pero me despatarro en busca de un poco de comodidad y pienso en algo lindo para dormir. Pienso en vos y me duermo. Cierro los ojos y ya me dormí.

Despierto en un cuarto de hotel. Llegamos a Cochabamba desde Sucre hace unas horas, muy temprano en la mañana. Todavía me duele el cuerpo del viaje en bus pero la fiebre está queriendo dejarme vivir. De todas formas hoy me quedo en el hotel. A recuperarme lo máximo posible. Encontramos un amigo solitario en Cochabamba, Leo, de La Plata, y va a recorrer la ciudad junto Edu, Yo al sobre, mañana vuelvo a empezar.



Mientras duermo, sueño. Mas que un sueño es una imagen, un cuadro, como un escenario surrealista. De un lado, el izquierdo, veo una ciudad bulliciosa, repleta de gente que van y vienen, gritan, hablan, ríen. Son personas deformadas por el duro trabajo diario. Algunos hombres tienen cuerpo de taxi; hay mujeres con cuerpo de vendedoras ambulantes con acarro y mercadería incluida; hay chicos con forma de limpiavidrios o guardacoches. La ciudad entera es vieja, tosca, con calles angostas, húmedas, hay suciedad y mal olor. Pero también hay partes donde el pincel dibujo con alegría y la ciudad se ve hermosa y radiante. Hay de yodo y se hacen llamar pueblo. Y exigen, piden, reclaman.

Del otro lado dl cuadro, el derecho, hay una ciudad apacible, ordenada, con poca gente pero agraciada por el pincel, son como muñequitos. Caminan y ríen por calles y avenidas prolijamente dibujadas, con árboles y flores perfumadas, con veredas lustradas y fachadas coloridas. Todo parece estas bien es esta ciudad y también se hacen llamar pueblo. Y también exigen, piden y reclaman.
Entre ambas partes, ciudades, corre un rio espeso de deshechos y putrefacción, oscuro y maloliente. Ninguno de los dos le da mucha importancia. A ninguno le importa mucho el otro pero se quejan. Se miran de reojo y se quejan. Pero en algún instante la queja se convierte en exclamación y en repudio. Unos agitan una bandera y otros otra. El repudio se hace violencia y cruzan el rio de un lado al otro y todo se mezcla, todo es confusión, todo es confusión. Pero después de cualquier temporal sobreviene la calma. Cual calma? La de la izquierda? La derecha? O el centro? En el momento que empieza a salir el sol para ver la respuesta a todo mal, siento la puerta del cuarto que se abre y entran Edu y Leo de regreso de su paseo por Cochabamba. Tienen tanto que contar. Yo solo quiero retener esa imagen, pero se esfuma tan rápido como vino. La ronda de mates se arma y la tarde va haciendo espacio para la noche. Cena, muisca de bar y mañana será otro día. Quizá tenga suerte y mientras duerma vuelva a soñar.

Al otro día no hay rastros de fiebre y salimos a pasear. Leo se fue para La Paz temprano así que volvimos a ser un dúo. Salimos a caminar y cuanto más veo, mas se mezclan en mi cabeza el sueño y la realidad.




Cochabamba es una ciudad atractiva por donde se la mire. Su casco histórico, sus avenidas arboladas, el lago y centros deportivos, el cerro con su teleférico, los nuevos barrios de sectores pudientes súper modernos y tecnificados, su mercados municipales y shopping, su oferta cultural y gastronómica.






Pero es una ciudad llena de contradicciones y desigualdades, tan próximas unas de las otras. En pocas cuadras se puede pasar de un casco histórico destruido a un hotel de lujo cinco estrellas. Recuerdo las palabras de un profesor de urbanismo de la Facu: “la ciudad es el reflejo de su sociedad y sus ideas”. Nada más acertado. Hace dos años cuando vine por primera vez, en esta misma ciudad hubo enfrentamientos político-civiles entre sectores de la sociedad; mas allá de la coyuntura política del momento, ahora entiendo porque fue acá. Creo que la desigualdad obscenamente vivenciada, genera violencia irremediablemente. El contraste es demasiado grande. Las pupilas no lo resisten y mucho menos la panza con hambre. Cochabamba es un ejemplo de cómo la arquitectura y el urbanismo pueden marcar brechas en una sociedad en vez de generar puentes entre sus actores sociales que faciliten el dialogo, la integración y el libre y mutuo crecimiento.






Así y todo, inevitable y lógicamente, Cochabamba sigue creciendo. Espero que sepa sobrellevar los conflictos del pasado y encuentren toda la sociedad en conjunto un futuro más integrador y justo para todos.








Como turistas nos dejamos llevar por tantos contrastes, porque el contraste es siempre atractivo. O acaso las personas no vivimos en conflicto y es en ese conflicto donde más aprendemos y crecemos?.






Así pasamos por un mercado a cielo abierto lleno de gente ofreciendo las más variadas cosas, y cuando digo variadas, digo variadas, para más tarde sentarnos en un local havanna en otro mercado, pero esta vez cerrado (no vaya a ser que escape algo o peor, entre) llamado shopping center. Sentado en ese sillón de cuero ecológico, con mi alfajor havanna y el aire acondicionado que tanto extrañaba, me siento otra vez en casa. Que marca grande me dejo el consumo. Pero cuando camino entre la gente y los carros del mercado no soy el mismo. Soy otro, diferente. Me siento algo inseguro me dejo llevar. Mi cabeza intercambia los carteles de pollo frito o fruta fresca por la cartelera de cine y el pochoclo kingsize. Es un juego de rol casi obsceno pero atractivo, tentador de jugar.






En un momento del recorrido cruzamos un puente y en un parpadear de ojos veo mi sueño hecho realidad, la escena pintada en un encuadre fotográfico. A la izquierda una ciudad y a la derecha otra. Ahora pienso si ambos sentidos son casualidad pero sé que no. En el medio el rio, lo que nadie ve, ocupado por los que se cayeron de una ciudad y jamás podrán ingresar en la otra, los que están la margen de ambas realidades, los marginales que lavan su harapos y otras cosas en el agua sucia del rio. El sueño se hace fotografía.




Paso así Cochabamba. Perdonen el relato fantástico, quizás fueron alucinaciones productos de la fiebre o simplemente un juego de interpretación que me divertía pensar. De todas formas la fiebre ya quedo atrás y el riesgo de repetición alucinógena es ínfimo.

Salimos para Santa Cruz, al oriente boliviano. El camino es increíble. Subimos el cerro atravesando el valle donde la ciudad reposa y la vista es hermosa, es de noche y la ciudad es pura luz desde lo alto. Descendemos y el cerro es va transformando en monte y el monte en selva. Sube la temperatura, sube la humedad. Las hojas de los arboles se hacen grandes y carnosas, casi que dan ganas de comerlas. Aparecen las bananas y los mangos colgados en racimo desde lo alto. La tierra pasa de marrón seco a un rojo carmesí que moja. Lástima que es de noche y una foto poco puede decir de todo esto. Me Quedo contemplando el espectáculo de la naturaleza y me duermo como puedo sentado en el bus.

Llegamos a Santa Cruz y podo es lo que hay para contar. No me gusto nada. La ciudad, la gente el clima, hace calor y llueve, todo. Digamos más que es un paso obligado para iniciar el Camino del Che, verdadero objetivo por el cual vinimos.

De todas formas, como siempre un hostel agrupa gente y hacemos amigos. Salimos a pasear por la noche y cenar algo. La plaza central de Santa Cruz es muy linda y los Cruceños la usan con intensidad. Salen por la noche a caminar y divertirse.




Santa Cruz me recordó a la primavera menemista. Mientas un país reclama sacrificio otro se pasea en autos importados del country privado al shopping center a todo lujo. Y vi lujo que en pocos lugares vi.

A veces los monumentos de una ciudad hablan más y mejor de la ideología de su gente. Este es un caso: en la base del obelisco, el indio, cabeza gacha haciendo el trabajo de fuerza, al medio el pueblo y más arriba, casi en la punta, un engranaje de hierro con su industria, comercio y producción. Sobre la base superior, en lo alto y por encima de todo, el hombre blanco de traje y corbata señalando la dirección a seguir, pero sin olvidar un gesto benevolente abrazando a un niño. Una imagen dice más que mil palabras y habla más de una ciudad, sus principios e ideas.




Me viene a la mente el recuerdo del Monumento a la Bandera de Rosario o el Monumento a la Independencia en Humuhuaca y se me infla el pecho y el corazón, me enorgullece ser Argentino.

En fin, Santa Cruz es un paso obligado y abra que pasar. De todas formas estas líneas son solo las impresiones de un viajero condicionada por sus vivencias y su propia ideología también.

Partimos escapando de la lluvia. Buseta de 30 personas y bolsos al techo. Valle Grande esta en nuestro camino y La Higuera es nuestro destino final. El camino del Che comienza pero eso es parte de otro relato que esta por empezar.



Edu ya se hizo amigos en viaje. Lo que nos espera!!!!!

sábado, 9 de enero de 2010

Alguna vez iba a pasar

Esta vez la historia se convirtió en una unipersonal centrado en Edu. Pero atención!!! que no se malentienda. Esto no fue debido a su carisma extrovertido o si adicción fotográfica. No. Para nada. esta vez el que se cayo de la historia fui yo. Por lo visto Bolivia no tiene un buen recuerdo de mi ultima visita y me recibió con unas nanas que no me dejan salir de la cama.


El Dr. Gastón Delgadillo Lora (boliviano doctorado en Bruselas y con asilo espiritual en Sucre) diagnosticó: "amigdalitis infecciosa", pero después, seguramente motivado por mi cara de asombro y temor, aclaró: "infección pusosa de las amigdalas con afección a los pulmones" (pusosa le suena tan horrible como me sonó a mi??!!!). Veinte días máximo de vida sin medicación, pero con medicación puede que sobreviva. Procedimiento: "inyección de penisilina mas antialérgico, jarabe para la tos y comprimidos de antipirina". Por un momento pensé en salir corriendo de las garras de ese Dr. House boliviano pero la fiebre me ganó de mano y no me dejo pensar claramente. Además Dr. House de una u otra forma te convence o te engaña no?.

Así fue nomás, pinchazo dolorosísimo en la "nalga", jarabe vomitivo tres veces al día y Edu que lleva mi fantasma a cuestas. Sabrán entender la falta de fotos, Edu no puede con todo.

Pero el camino no tiene fin y no hay fiebre que tire el freno de mano. Mochila a la espalda. Un bus nos lleva de Villazon a Potosí. Pero nada es fácil en el sur de Bolivia... nada... y el bus decide quedarse chapoteando en un río crecido. Palas, ramas, sogas y varias almas tirando y empujando lograron convencerlo de seguir camino. Se ven cosas raras en estos pagos. Otro bus, peresoso de nacimiento, decidió tirarse a dormir una siesta; vuelco hacia la derecha; gracias a Dios la banquina estaba lejos; algunos golpes y heridos leves, nada grave dijo el parte médico. Suerte que nuestro bus no estaba tan cansado y con algunas quejas y caprichos nos dejo en Potosí.

Salida en bus desde Villazon a Potosi

Que decir de Potosí? es la segunda vez que visito la ciudad y sigo sin entender como una ciudad que supo ser de las mas ricas de America Latina, levantada a fuerza de plata, sudor nativo y opresión católica, permanezca en igual estado que en la época de la colonia. Potosí es una viaje en el tiempo hacia el pasado. Es una ciudad de contrastes. Por un lado repleta de iglesias que vomitan oro y plata en sus altares y por el otro una gran masa de gente que vive como puede, algunos mendigando, otros en sus pequeños comercios callejeros aguantando su frágil economía familiar y los mas infelizmente ocupados, trabajando en la mina del Cerro Rico.


En las Calles Potosinas. No se nota, pero estoy atado a edu y al poste.

Parrafo aparte para las minas del Cerro Rico. Acá no hay medias tintas. No hay metafora que valga. Como hacer para hablar o visitar las minas y no sentirse un pelotudo? Lo que para nosotros es un circuito turístico dentro de un folleto de turismo, para los pobladores es su principal medio de subsistencia...y extinción.


En busca de nuevas salidas laborales, si falla la mineria simpre esta la politica.

Salimos por la mañana, nos dan botas, un mameluco impermeable, casco protector; preparamos nuestras camaras, estamos divinos con el conjuntito. Subimos al bus y al rato entramos a la mina. Descendemos unos cuantos metros por tuneles y cavernas y de repente quedamos frente a un minero. El tipo esta ahí, arrodillado, tranquilo, picando piedra a piedra, a golpe firme y lento. Preparo la camara. Pero antes pregunto; los turistas siempre preguntamos, solo que a veces la respuesta es dura. El minero no tiene nombre, acá abajo eso no hace diferencia; tiene cuarenta años pero la mirada como de setenta; desde los doce entra a la mina todos los días, diez a doce horas diarias, a veces mas; por su sangre corren metales inhalados del aire; tiene como compañeros la coca y el alcohol. "Pero ahora están mejor" dice el guía, "antes no llegaban a los treinta años". Bajo la camara, algo crece en mi interior. Escuchamos murmullos juguetones corriendo por los pasillos oscuros que se mueven, que se acercan. En unos segundos aparecen unas lucecitas en la oscuridad; un grupo de niños de entre doce y quince años (no se, es tan difícil sacarles la edad) pasan entre nosotros, nos piden coca o cigarrillos; sin pensarlo le doy; le dejan algo al minero y siguen su camino, como jugando en un arenero de oscuridad y húmedad. Apago la camara. Me trago las lagrimas. Los hombres no lloran, quienes??? Algo crece en mi interior. Creo que es verguenza, dolor, tristeza. Me dan ganas de vomitar, debe ser la falta de aire, no, es mi humanidad que estaba escondida, perdida? una aviso de dinamita nos obliga a movernos. hasta acá llegamos, hay que salir. Ascendemos y salimos a la superficie. Aire. Por fin aire. El aire esta mas espeso, pero no es el aire el que cambió sino yo. Tengo un peso en el corazón que antes no estaba. "Así es Bolivia" me dijeron, pero no me alcanza. Pasan las horas, me encuentro en una mesa con amigos, pizza y cerveza, hasta tengo ganas de reír. si. me río. Reimos y charlamos. Y con los días todo pasa pero ese peso, ese pequeñito peso me queda en el corazón, molestando, enclavado en la carne, haciéndose carne. El recuerdo de la mina me trae lagrimas otra vez. Los hombre si lloran. Sobre la fiebre. "Bolivia es así" repiten por ahí, como si de alguna forma sirviera tal justificación. Mi cabeza no lo puede aceptar. Ese peso sigue molestando. Pero me gana la fiebre y me dejo vencer por el abrazo de una cama; un día duro merece un descanso.




Sin comentarios. Saquen sus propias conclusiones o vengan a Bolivia.

Así es Potosí, eso si lo creo. Pero así y todo, la ciudad de plata no deja de deslumbrar; sus callejuelas con fachadas barrocas, sus herrerías, sus balcones españoles, sus museos y sus iglesias. Eso si, la fe no es gratis, 15bolivianos para visitar la Catedral. Demasiado para nuestro bolsillo mochilero, Dios no se va a enojar, la próxima ves será.

Sabiduria callejera y popular. Las venas siguen abiertas

La fiebre sigue subiendo y las ganas de seguir viaje también. Partimos hacia Sucre. Agrupamos mochilas y amigos. Esta vez el destino nos regala dos amigas cordobesas. Que lindo cuando el destino nos mima con buena companía. Después de discutir con varios taxistas, las cordobesas se pusieron firmes y mas de 25bolivianos no largan, que si, que no y uno llamado Julián acepta. Guerra de taxistas pero Julián sobrevive. A Sucre partimos.

Ya en el camino algo va cambiando. Bajando metros sobre el nivel del mar la naturaleza se pone mas gentil. Quebradas y valles cruzados por ríos y acequias. plantaciones por doquier y un verde húmedo que ya estaba extrañando demasiado. Una rareza mas de Bolivia, Sucre es la capital administrativa del país, y se nota. Es una ciudad mas ordenada y mejor mantenida que Potosí, o quizás quedo un poco alejada de la codicia y la depravación potosina, no se. Pero Sucre es distinta. Su arquitectura barroca esta perfectamente conservada, edificios culturales, plazas arboladas, calles empedradas y arcos convierten a Sucre en una ciudad de gran atractivo.

Calles de Sucre

Pero la fiebre ya no se aguanta. Visita a Dr. House y reposo en un cuarto de hostel. Gran cosa los Hostels. Es como si entre sus paredes todos somos iguales. nos olvidamos de nuestros prejuicios y verguenzas. Intentamos hablar ingles, frances y holandes, hasta me dijeron que Edu se animo al japones!!! Y así, de vez en cuando, por obra de vaya uno a saber que astro galáctico, se van armando pequeñas familias transitorias que se reunen alrededor de una mesa a compartir alegria y felicidad. Vayan pasando que se arma el baile y al fondo siempre, pero siempre, hay lugar.


El que descubre las cordobesas tiene premio!!! las holandesas no che!!! es muy facil. ahhhh...coca cola, ponete las pilas y tira un billete por la publicidad

Pero hay algo que nunca cambia en nuestro viaje. hoy te digo hola, mañana hasta siempre y ya te estoy extrañando. La fiebre sigue alta, voy de la cama al baño, si, al baño, porque así es Bolivia y no hay dos sin tres.


buseta a la terminal de Sucre. Lo que esta en el asiento delante de edu es mi mochila, debajo esta mi fantasma acurrucado en el piso.

El camino continua. Edu ata mi fantasma, casi espectro, a su mochila y me arrastra a la terminal. Bus a Cochabamba. Como duele la inyección. Claro, si Dr. House me dijo: "le va a doler pero los gauchos son gente dura". Pero yo de gaucho llevo solo el mate y las alpargatas. El sueño vence a la fiebre. Edu me dijo algo pero no le entiendo, creo que fue en chino o japones, quizás ya aprendió kechua con una chola. Duermo. Por fin duermo. Hago el esfuerzo pero no puedo. Me caigo. Me caigo de la historia otra vez.

Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.