jueves, 22 de diciembre de 2011

UN DIA COMO HOY...

Un día como hoy, pero en el año 69 Vespacio es declarado Emperador de Roma.

Un día como hoy, pero en el año 401 Inocencio I es elegido Papa

Un día como hoy, pero en el año 1933 las mujeres españolas votaron por primera vez.

Un día como hoy, pero en el año 1965 las tropas estadounidenses en Vietnam, anunciaban un alto el fuego por Navidad

Un día como hoy, pero en el año 1972 son rescatados los sobrevivientes del Accidente de los Andes

Un día como hoy, pero en el año 1987 Luca Prodan emprendía su camino hacia el cielo.

Un día como hoy, pero hace dos años atrás, con muchísima menos trascendencia que los sucesos anteriores y con mucho, pero mucho mas silencio y anonimato, un hombre con sus 30 primaveras a cuestas llenó su mochila con algunas cosas necesarias y un montón de cosas completamente inútiles. No sabia bien adonde iba. Tenia un rumbo, una ruta predeterminada, algunos mapas, algunos consejos, muchas previsiones, pero en el fondo, muy en el fondo de su ser…no sabia adonde iba.

Durante ocho meses camino a través del continente Sudamericano. Recorrió varios países, verdes campos, frondosos bosques, exuberantes selvas, agrestes montes, frías montañas, áridos desiertos, soleadas playas. Refresco sus pies en las aguas del Océano Pacifico, el Atlántico, el Mar Caribe, el gigante río Amazonas, el Lago Titicaca y otros ríos y lagos con tanto anonimato como el mismo, pero con mucha sabiduría para dar. Vio el Sol nacer en la montaña y sumergirse en el agua, tan solo para dar paso a la Luna en su divino camino.

Conoció personas increíbles, con todos los matices imaginables. Cada rostro era un maestro, cada mano era una oportunidad de aprendizaje, cada abrazo era una triste despedida. Su corazón poco a poco fue descubriendo y respondiendo algunas preguntas hasta entonces sin respuestas. Su alma fue abriendo sus ojos a un nuevo destino que siempre lo estuvo esperando. Y poco a poco, muy lentamente, fue entendiendo algunas cosas.

Ocho meses después, sus pies lo trajeron al mismo lugar desde donde había salido. Ocho meses después estaba en el mismo lugar. Pero el mismo, no era el mismo. Algo cambio. No sabía bien que, pero algo había cambiado. Y ahí escucho que le dijeron: “estas distinto”. “Pero soy el mismo”, pensó. “Siempre fui el mismo”. “Pero te ves distinto”, le volvieron a decir. “No se, me siento distinto, pero soy el mismo”, pensó nuevamente. Y ahí descubrió que en realidad, no era el mismo. Y todo lo que veía no se veía como antes. Todo parecía estar como antes de su partida, pero no estaba todo igual. Todo se veía distinto. Y ahí descubrió que su mirada había cambiado, porque el había cambiado. Se sentía mas liviano y su alma descansaba alegremente mirando el horizonte, relajada y agradecida. Ahí descubrió que un hombre nuevo había nacido en él. Un hombre más simple, más austero, más vivo. Ocho meses después, aquel que era un hombre, siguió siendo simplemente un hombre, pero distinto.

Y ahora?”, le preguntaron. “Ahora que?”, respondió. “y ahora que vas a hacer”. “no se…vivir”. Tan simple como eso. Vivir. Pero su vida, ya no era la misma.

Un día como hoy, pero hace dos años atrás mi vida cambió para siempre. Cambio completamente. Sigo tan anónimo como cualquiera estrella que se apaga en el cielo. Pero tengo la certeza, de que mi alma, nunca, pero nunca, dejará de brillar.

Gracias a todos los que me ayudaron y siguen ayudando a lo largo de este viaje llamado vida.





Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.