viernes, 25 de mayo de 2012

Bolivia, entre el odio, el amor y siempre La Paz


Comenzamos con un cuento:

Estaba un campesino del altiplano descansando bajo la sombra de un árbol, mascando su coquita sagrada, observando y agradeciendo a la Pachamama que generosamente le permitía sembrar algunos de sus campos y descansar otros, tal como él estaba haciendo. Así, simplemente contemplaba la maravilla de la Naturaleza y la armonía reinante en el Universo entero. En un momento llego un contingente de turistas y al verlo se le acerco un señor alto, rubio, de origen norteamericano y le pregunto: “¿Pero hombre, que hace ahí descansando? Debería aprovechar el tiempo y sembrar toda la tierra libre que tiene”. El campesino lo miró y le preguntó: “Hola hermano ¿y para que haría eso?”; Algo desconcertado, el turista respondió: “¿Cómo para que? Para tener mas productos para vender y así obtener mas ganancias, con esas ganancias podrá invertir en maquinarias y tecnología y mejorar la eficiencia de la producción y así ir progresando y logrando mayor capacidad monetaria para comprarse cosas que desee poseer y mejorar su calidad de vida”. El campesino volvió a preguntar: “¿y para que?”; ya algo indignado y disgustado, el norteamericano respondió: “¡¿Como para que?! Así, luego de años de trabajo, progreso y desarrollo, usted podrá descansar y disfrutar del fruto de su esfuerzo y vivir en paz y felicidad!”. A lo que el campesino finalmente respondió: “ahhh…ahora lo entiendo, discúlpeme señor, pero…es que justamente estoy ultimo que dijo usted es lo que estoy haciendo ahora mismo”. Sin entender y bastante ofuscado, el norteamericano volvió con el contingente de turistas dejando al campesino haciendo simplemente lo que estaba haciendo. FIN

Por tercera vez mis pasos me llevan a tierras bolivianas y debo advertir que soy la personas menos objetiva para hablar de nuestro hermano país Bolivia. Para mi Bolivia siempre ha sido difícil, pero cautivante. La primera vez que vine quede en medio de un levantamiento campesino que incluye enfrentamientos armados y bloqueos de rutas. Yo estaba maravillado. La segunda vez sufrí una infección pulmonar que apenas me permitía respirar y problemas por el mal estado de rutas incluido desmoronamientos, vuelcos y que mi bus se quede encaprichado en el medio de un rio (Edu recordará jajaja). Yo seguía maravillado. No lo puedo explicar; no es siquiera necesario. Son sus paisajes, su gente, sus colores, artesanías y música, son un conglomerado de cosas que simplemente cautivan la mirada del que los recorre.

Pero para el turista desprevenido, Bolivia puede ser bien difícil. Es una cultura muy distinta a la occidental, fundamentada en algunos valores completamente disimiles y en algún punto hasta antagónicos.  Por eso, para entender Bolivia y la Cultura Andina, nosotros los occidentales, primero debemos “des-aprender” Debemos desaprender que hay una sola verdad, que hay una única visión del mundo y que somos nosotros los que tenemos esta visión única y correcta. Solemos hablar de intercambio cultural, pero en el fondo creemos que nosotros podemos (y debemos) enseñar a los demás, y nos cuesta identificar cosas que podríamos aprender de otras cultural. Por lo tanto, si logramos desaprender y tener una visión y mente amplia, descubriremos que esto ultimo no implica poner en riesgo nuestra identidad, sino verdaderamente compartirla y enriquecerla en armonía y unidad con todos los seres del Universo.
Volviendo al cuento, realmente se contraponen dos modos bien distintos de vivir. Nosotros clasificamos al mundo en el mundo desarrollado y el subdesarrollado. Pero en el mundo andino no hay concepto que corresponda al de “Desarrollo” y no hay palabra que lo traduzca. Un concepto que corresponde en importancia al de desarrollo es ”Sumaq Qamaña” o el “convivir bien”. Esto consiste en tener muchas y buenas relaciones, cumplir con los cargos de la comunidad, estar bien con la familia y vivir en armonía con la naturaleza, animales y plantas. El patrimonio no es tan importante si se utiliza para acumular y no para compartir.
De esta forma el “desarrollo” es una eterna esperanza de un futuro prominente (a veces trágicamente inalcanzable para la mayoría de la población), mientras que el “convivir bien” nos insta a realizarnos y develarnos en el presente en armonía y comunión con nuestro entorno. Gigante distancia entre la razón lógica del norteamericano y el saber vivencial del campesino del altiplano.


Paisajes de Bolivia



Llegamos temprano a Villazón junto con Sole y Simón, almorzamos un rico almuerzo típico, compramos provisiones para el viaje y con toda la puntualidad propia de un reloj suizo, partió el tren hacia Oruro. Los tres pedíamos una sola cosa: que este tren no se contagie del tucumano y nos deje a mitad de camino. Por suerte esto no ocurrió. El viaje es muy agradable y atractivo ya que recorre todo el altiplano sur de Bolivia con paisajes de cerros y sembradíos y hasta zonas desérticas y bien áridas. Sin dudas lo mas lindo es ver la salida y la puesta del sol en el horizonte. Al llegar a Oruro bien temprano tuvimos un gran disgusto porque a Simón le robaron la billetera. Del amor al odio. Tratando de digerir la situación salimos hacia La Paz y nos hospedamos en un hostel para descansar.



Nos dijeron que a La Paz llegamos justo ya que la semana anterior había estado prácticamente paralizada por varias movilizaciones estudiantiles y obreras. Como toda gran ciudad y capital de un país, La Paz es algo caotica y convulsionada, pero atractiva y multifacética. Ubicada en un amplio valle rodeado de montañas con picos nevados, sus calles se despliegan en interminables subidas y bajadas combinando construcciones antiguas coloniales con modernas. Como dije, llegamos justo, era domingo y todo estaba muy tranquilo. Pero el lunes comenzó el normal movimiento de La Paz. Los chicos se fueron hacia Coroico y yo hacia la filial de la escuela donde estudio Yoga y Filosofía llamada Hastinapura y que esta ubicada en el barrio de Sopocachi.


Calle de Las Brujas. Área Turística de La Paz
Calle Jaén. Área Turística cultural de La Paz


Me recibieron Carlos y Esther, sus directores, y pase una semana como en casa. Del odio al amor y del amor a la PAZ en un segundo. Transcurrieron días descansando, recibiendo y brindando practicas de yoga, meditación, charlas-enseñanzas con Carlos y los chicos de la escuela y paseos por la zona. Hasta tuve la oportunidad de cumplir con una tradición de la Escuela que es ir en paseo en moto con Carlos por las calles de La Paz. La última noche era la noche de los museos y salimos a pasear junto con Zenia y Walter. Toda la ciudad era una fiesta, las calles repletas de gente, espectáculos y encuentros artísticos, los museos y centros culturales abiertos con entrada libre ofrecían variadas actividades durante todo el día. La noche estaña maravillosa y se percibía mucha alegría y felicidad en el compartir.


En la escuela junto a Esther, Zenia, Walter, Carlos y Walter

Noche de los Museos


Al otro día, tras fuertes despedidas, partí hacia Copacabana. Copacabana es un pueblo que en lo personal me gusta mucho pero está muy explotado turísticamente y yo tan ton solo deseaba pasar unos días frente al lago Titikaka, y para ello me recomendaron un albergue en las afueras del pueblo. Acampe frente al lago con una vista realmente maravillosa. El agua, el viento, la tierra, el Sol, todo estaba en armonía y equilibrio. Ver el atardecer y el amanecer desde este lugar es de una energía tan intensa e imposible de describir. Uno no solo se siente plenamente vivo, sino parte de la vida misma, tan humilde, tan pequeño, tan divino.

Así que como todavía me siento joven y como dice mi papa “viejos son los trapos”. Tome mis mochilas, hice un pacto de tolerancia y respeto con mi cólicos y otra vez a la ruta



Atardecer en el Lago Titikaka

Amanecer en el Lago Titikaka

Tras otro maravillosos amanecer, me despedí del Lago Sagrado de los Incas, Quechuas y Aymaras, el Lago Titikaka, que en aimara significa “Lago del Puma y el Pez Sagrados” Agradecí al Padre Sol, Tata Inti, por su compañía y bendición y reanude mi camino. Que simple y humilde se siente uno caminando bajo el suave abrazo de nuestro Padre Sol, y que poco lo recordamos y valoramos en nuestras ciudad con su aire contaminado y altos edificios que apenas dejan llegar su luz al frio piso de asfalto.

Paso tras paso, atentos y conscientes, vino a mi memoria un poema del poeta sufí Ibn Al-Rumi que hace reverencia a la importancia del Sol.



El Poema de los Átomos

¡Oh día, despierta!
Los átomos bailan.
Todo el Universo baila gracias a ellos.
Las almas bailan poseídas por el éxtasis.
Te susurrare al oído…
a donde les arrastra esta danza.
Todos los átomos en el aire y en el desierto…
parecen poseídos.
Cada átomo, feliz o triste…
está encantado por el Sol.
Y no hay nada mas que decir.
Nada mas.


jueves, 17 de mayo de 2012

Quebradita en mi Corazón



Lunes 7 de Mayo del 2012. 8hs de la mañana. Equipo, pasajes, documentación, todo en orden, mochilas y viandas varias preparadas, todo listo. ¿Todo? ¿Estoy yo listo?; no sabe, no contesta. reformulo pregunta: ¿Listo para qué?; otra vez, no sabe, no contesta. Por mas que uno se prepare y prepare, nunca se esta lo suficientemente listo; la mente siempre nos dice que algo falta, que algo nos olvidamos, que quizás no es lo mas conveniente, que quizás esto, quizás lo otro…quizás… opción 1: paso atrás y no salir; opción 2: soltar, entregarse y confiar. Elijo la segunda.

Entonces salimos. Papa y Marce me llevan a Retiro. Mama me viene a despedir y llega con lo justo para el abrazo. Que lindas son esas despedidas en el andén de un tren. Que cinematográficas son; que emotivo es ver tantos abrazos y deseos de buen viaje. Unos se van, otros de quedan. Pero los viajeros  siempre nos llevamos un poco de cada uno de aquellos que nos despiden; padres, hermanos, amigos, nunca viajamos solos y cuando mas lo necesitamos ese abrazo permanece bien latente en la piel. Presente.

Suena la bocina de la locomotora, fuerte tirón de arranque, estrepitoso ruido de metales quejándose y el tren, casi como despabilándose, emprende su marcha. Que difícil encontrar palabras para describir lo que se siente en ese momento. Es como una catártica  mezcla de euforia, miedo, ansiedad, alegría que se siente tan pero tan bien. Al pasar las horas, depositando la mirada en el horizonte siempre sereno, contemplando las cosas pasar, solo resta un estado de profunda paz y felicidad; maravilloso estado de plenitud. Si. Elegí bien, era la opción 2.

El vagón va lleno de gente que, esgrimiendo la más perfecta arma contra límites y prejuicios conocida con el nombre de “mate”, se van acercando los unos a los otros, compartiendo, ya que al fin y al cabo el viaje es largo y pasa mucho mas rápido reduciendo distancias, charlando y mateando. Donde hay mate, sin lugar a dudas, hay compañía. Pero tan largo no iba ser el viaje. Un piquete con unos pares de cubiertas ardiendo que unos perejiles tiran en las vías, deja a unas 300 personas, entre ellas bebes, niños, ancianos y quien escribe, varados en Rosario. Puedo tolerar este tipo de acciones pero jamás comprenderlas. Mas allá de la legitimidad de un reclamo, pasando abusivamente unos sobre otros jamás, pero jamás, se llegará a una solución. Paciencia, todo es parte del viaje. Pero mucha paciencia. Pasan las horas, se arman guitarreadas y charlas pero el agua del mate tarde o temprano se acaba, la paciencia de algunos también, comienzan los gritos y cánticos a la madre del dueño del tren (a la cual no tengo el gusto de conocer, y por lo que dicen prefiero no conocerla), los niños y bebes que en su inocencia no entienden de piquetes y comienzan a aburrirse y así, casi sin darnos cuenta, cae la noche. Después de mas de seis horas de espera llegan unos micros, gentilmente dispuestos por la Empresa, que con mucho tiempo de demora nos dejan (al fin!!!) en Tucumán. Taxi a la terminal, bus a Jujuy y después de 36horas de viaje mi cuerpo pide descanso.

En el bus conozco mis primeros compañeros de viaje (uno nunca viaja solo ¿lo dije no?) Soledad y Simón, oriundos de Tandil y en viaje hacia Ecuador. Ellos también venían en el ten y habiendo llegado a medianoche a San Salvador de Jujuy decidimos compartir una habitación en un hospedaje barato frente a la terminal. Al día siguiente partimos, ellos hacia Purmamarca y yo hacia Maimará.

 Camino a Maimará, Quebrada de Humahuaca, Jujuy. Patrimonio de la Humanidad

En Maimará me esperaba una amiga pero estaba algo preocupado porque no pude comunicarme con ella y no sabia donde vivía. “El que busca encuentra”, pensé. No se bien porque le pedí al chofer que me deje en la primer entrada al pueblo, encare la primer calle, vi dos chicos con cara de porteños entrevistando a una señora y les pregunte: “Buen día ¿conocen a Luciana?”; “¿Luciana de yoga?”; “si”; “Acá a la vuelta flaco”. Si, el que busca encuentra. Por cierto, después me entere que la señora era la esposa de Rodolfo Kusch del cual tanto he leído y admiro; para quien no conoce a este genial escritor acá va info: http://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Kusch / http://www.temakel.com/texolkusch.htm

Calles de Maimará,

Luciana es profesora de yoga y se mudo hace poco a Maimará junto con su novio Sergio, folklorista (no dejen de visitar su pagina http://www.sercanciones.com.ar/p/letras.html) y Félix, un angelito que lleva en su pancita y esta próximo a nacer. Siempre desee conocer Maimará y pasar unos días en alguna casa. Lejos de ser un pueblo turístico como Tilcara o Purmamarca, Maimará es un pueblo de habitantes de la Quebrada y algunos “forasteros”  como mis anfitriones. En sus calles se respira esa quietud y silencio tan propio de la Quebrada y que siempre busqué comprender. Siento que ese silencio tiene su origen en los mismos cerros que todo lo rodean y tanto cautivan el alma del viajero. Hasta el más descuidado turista se queda impávido ante la inmensidad de la Quebrada. Despertar y contemplar los cerros multicolores bañados por nuestro Padre Sol, lo transportan a uno a un estado de calma, serenidad y bienaventuranza.  Enseñanza de los cerros: paciencia y sabiduría; paciencia para entender que el tiempo es tan solo tiempo; sabiduría para trascender las apariencias hacia la esencia profunda de las cosas manifiestas. En mi tercera visita a la Quebrada, al fin, siento el pulsar quebradeño bajo mis pies peregrinos.

 Calles de Maimará

Pasan los días entre charlas, almuerzos y paseos. Llega la hora de partir pero antes se aproximaba una despedida en lo personal inolvidable. Hace muchos años cuando visite por primera vez Tilcara quedé maravillado por las actividades culturales y artísticas tan variadas que ofrecía el pueblo: peñas folclóricas, música variada, danza y artesanías unidas tras un aire jujeño especial. Y pensé: “que bueno sería participar en algo y dejar una pequeña huella”. Pues bien, Luciana se contactó con Mónica que es propietaria de un espacio llamado Tierra Azul (http://www.paseotierraazul.com.ar/) para realizar alguna actividad con mis cuencos, canto de mantras, percusión y sonido. Actividad que devino en un “Concierto de Cuencos y Mantras” con Luciana y Mónica en pleno centro Tilcareño. Pequeña huella, muy pequeñita, pero que alegro enormemente mi corazón.

Cuencos, fuego, Budha, Amor

Terminado el “Concierto” (un poco de vergüenza me dio el titulo…demasiado!!!) compartimos experiencias con los asistentes, comentarios, saludos y fuerte abrazo con Lu y Mónica. Eternamente agradecido por esta experiencia que espero se repita. Después salimos a festejar con Sergio y Luciana, como corresponde en la Quebrada, a una peña y luego a descansar. 

 Con Luciana y Mónica en Tierra Azul, Tilcara

Al otro día tras despedirme de los chicos y con promesa de retorno, partí nuevamente hacia Tilcara donde me reencontré con Soledad y Simón para ir juntos hacia La Quica y luego cruzar a Villazón, Bolivia. 


Me despido de la Quebrada,
mi quebradita querida que tan tuyo me hiciste.
Otra vez te dejo tras mis pasos,
pero te llevo por siempre, muy dentro de mi corazón.
Adiós mi Solcito humahuaqueño, mi cerrito, mi chinito y mi llamita,
sonidos de quenas y zampoñas, charangos y guitarras
Silencio y quietud.
Este peregrino continúa su caminar
y atesora junto a su alma
el recuerdo de nuestro eterno amor.


Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.