Termina el año. Este año que, seguramente con cierta injusticia, puedo decir se convirtió en el más trascendental de mi corta vida. Ante todo fue para mi un año de cumplir sueños, pero no solo cumplirlos, sino vivirlos. Empecé el año con muchísimas incertidumbres y lo termino con muchas de ellas pero con una simple y contundente certeza: la felicidad es el destino de cada ser viviente y, tarde o temprano, el camino nos conduce hasta ahí.
Fue un año de nuevas experiencias, descubrimientos, vivencias, momentos irrepetibles y gratas compañías. Un viaje que nació como un sueño se transformo en un camino de enseñanzas y aprendizajes invalorables. Pero todo camino deja de ser camino cuando el que camina se convierte en él. Y entonces ya no hay donde ir, sino solo, silenciosamente, contemplar y ser.
Les agradezco a todos los que hicieron posible que este sea “EL” año de mi vida. Son muchos y de cada uno de ustedes guardo un recuerdo en mi corazón que estremece y emociona. Les deseo que el próximo año que comienza sea para ustedes tan maravilloso e inolvidable como fue este para mi y, porque no, redoblar la apuesta y desear que sea muchísimo mejor. Entre el deseo y la acción hay un simple paso, el más difícil sin duda, pero también el mas liberador. Tengo la esperanza férrea de que cada uno de nosotros y hasta la mas minúscula partícula de vida, tengamos la fuerza y el espíritu necesario para dar ese imprescindible paso.
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