miércoles, 24 de marzo de 2010

Amazonas intenso

El barco avanza poco a poco, lentamente se desliza sobre la superficie del agua crujiendo como un caparazón metálico y oxidado con el rugir de un motor maltrecho. Una suave marea dibuja figuras sobre el agua y abandona una estela de pequeñas olas tras su paso que repiten y repiten hasta desaparecer. Una fila de hamacas multicolor bambolean cuerpos sudados de un lado hacia el otro. El sol juega con fuego. El calor es implacable y el aire quema al respirar. A lo lejos, al otro lado del río, unas aves elevan sus alas al viento y unas hojas, grandes y carnosas, resguardan algún animal en su escondite. Al otro lado del río, pavorosamente calmo río Amazonas, espera la selva. Impenetrable, oscura pero seductora, observa con la paciencia del sabio que reconoce el misterio de su existir. Alto en el cielo, unas nubes, mirando su reflejo en el espejo, agrupan gotas de lluvia tropical. Justo antes de lo imposible, siento su frescura sobre mi cuerpo aliviando mis sentidos. Justo antes de lo imposible, recuerdo que soy un hombre libre que la voluntad de su andar quiso que la selva sea su destino.

Barco camino a Iquitos


Un puñado de sueños se juntaros en Lima y salieron a caminar. Luego de unos días de descanso en las playas limeñas salimos juntos a la ruta. Paula, Edu, Javi, José y quien escribe, fuimos en búsqueda de un destino lejano y tentador: Iquitos, departamento de Loreto, en la amazonia peruana, al extremo noreste de nuestro hermano país. El viaje iba a ser largo y agotador, no solo por los casi 1500km que separan Lima de Iquitos sino porque a pesar de que Iquitos es la ciudad mas grande e importante de la amazonia, no existen carreteras que la comuniquen con la sierra, solo se puede llegar por vía aérea o fluvial. Y como bien se imaginan la opción aérea esta completamente fuera de alcance.

Así fue que salimos a pie, en honor al nombre del blog, aunque ahora deberíamos agregarle “a dedo” en honor al cocodrilo que se metió en el bolsillo y no larga un peso ni de amague. Armamos dos grupos para mejorar la estadística y la probabilidad de que un alma con ruedas nos levante. Tiramos los reyes al cielo y con una sonrisa burlona me toco Edu. Paula, José y Javi en una vereda, Edu y yo en la otra, asfalto caliente, panza con hambre, suerte que acompaña, un par de camiones detienen su marcha y te llevo hasta la próxima vereda, ahí, a la vuelta de esa montaña. El camino quiso que nos separemos mas de lo que pensábamos, los chicos rumbo al puerto de Pucallpa y nosotros hacia el de Yurimaguas. Unos cuantos kilómetros y horas diferenciaban nuestras rutas, pero por sobre todo las experiencias que íbamos a vivir.


Camino a Tingo Maria en camion

Primer parada, La Oroya, en la carretera de la sierra donde llegamos gracias a un camionero de nombre Máximo muy experimentado pero por sobre todo con un corazón humilde y sabio, de esa sabiduría popular y honesta que se encuentra en la gente común y única. Nos relato sobre su vida, su familia, su pueblo Huancayo y la realidad de su gente y campesinado con una simplicidad y pureza tan grande que casi nos convence por ir. Pero si vamos al norte, el sur queda a contramano y así como vino se fue, un saludo y un gracias y otra vez una vereda donde despuntar el dedo. Como tantas veces, la moneda tiene dos caras y como nuestros siguientes chóferes, nos tocaron dos desagradables personas de mente pervertida que ni sus nombres quiero recordar. Como decía nuestro vecino Don Darío con sapiensa de abuelo y un gesto de hombros: “y bue”, quedando en claro que mejor dejar la corriente correr sin mas preocupaciones. Así fue que entre relatos sobre alcohol y sexo hasta con animales y tratando de no quedarme dormido para convertirme en ese pobre animal, llegamos a un pueblo de nombre Huanuco donde pasamos la noche.



Camino a Tingo Maria en camion



De aquí en más iba a empezar un camino increíble cruzando el centro del Perú a través de lo que después supimos que se llama el Bajomayo o Amazonia Andina. Toda una zona de selva, montaña y ríos donde se mezclan los árboles frutales autóctonos como la papaya, mangos, plátanos, chirimoyas, carambolas, zapotes, cocos y tantos mas de formas, sabores y colores exóticos, con plantaciones de maíz, habas, papas, yucas y áreas de pastoreo de ganado.

Camino a Juanjui

Al otro día, la moneda otra vez cayo del lado dulce y un camionero nos llevo hasta un pueblo llamado Tingo Maria donde pasamos otra noche. A partir de aquí algo importante cambio en el camino: estábamos muy dentro de la selva, la ruta se convirtió en caminos apenas consolidados, se dificultaba mucho conseguir transporte y los pueblos eran unos caseríos donde abundaban las plantaciones de coca para dudosos usos futuros, las pintadas proselitistas de la guerrilla y las caras de asombro al vernos. Nuestro inicial rostro de alegre e inocente aventura fue mutando a una tensa sensación de alerta y precaución, especialmente cuando nuestro siguiente chofer fue un hombre con facha de narco en una camioneta Toyota Hilux con estereo arrancado y cables colgando, sin patente ni papeles y con credencial de Naciones Unidas. Así llegamos a un pueblo llamado Tocache Nuevo donde el transporte gratuito llego a su fin tanto por la falta del mismo como por el riesgo de salir en la sección policial de algún diario local.


A fuerza de camionetas y unos pocos soles, fuimos cruzando la selva andina remontando el río Huallaga pasando por pequeños pueblos y caseríos hasta llegar al puerto de Yurimaguas donde terminaban las rutas terrestres y comenzaban las fluviales a través de la amazonia peruana. Después de tres días de viaje apenas estábamos a mitad de camino. Una sensación ambigua que no lograba comprender todavía gobernaba mis pensamientos. Parte de mi estaba asombrada por la diversidad de los paisajes y sabores que jamás imagine ver, pero otra parte se esforzaba por resistir una sensación de incomodidad que pesaba sobre mi alma, como si un manto de hierro oscuro posase sobre mi cuerpo debilitándolo y dejando en cruda evidencia la fragilidad corporal y espiritual de mi ser.

Noche en el barco en el puerto de Yurimaguas

Pequeños poblados a lo largo del rio Marañon

 Con esa pesadumbre sobre mis hombros pero con la convicción del peregrino que camina para abrir los ojos, nos subimos a un barco con destino a Iquitos. Tres días mas navegando subiendo el río Marañon hasta donde confluye junto con el río Ucayali en el nacimiento del imponente río Amazonas, el mas largo y caudaloso del mundo. Tres largos días sin mucho más que hacer que contemplar la increíble quietud del río Amazonas por el amanecer, el reflejo del cielo y la selva sobre el agua solo interrumpido por el chapoteo de algún delfín rosado o unos camalotes dejándose llevar por la corriente, atardeceres de ensueños y copiosas lluvias que regalaban un respiro del intenso sol y su calor, desfrutar de unas frutas, unos mates con lo ultimo que resta de yerba y la desinnovadora comida del barco: arroz con arroz y arroz con fideos y frijoles con algún mísero pedazo de pollo o carne, de todas formas, con la panza vacía el hambre gana por afano. Y la selva siempre del otro lado del río, tranquila pero inquieta, esperando por nosotros, sabiéndose destino de todo viajero que anda por estoas pagos.


Puerto de Nauta

Navegando en el rio Amazonas

Llegada al puerto de Iquitos


Así, tras siete días de nuestra partida de Lima y con una mochila de experiencias increíbles, llegamos a Iquitos donde nos reencontramos con nuestros hermanos de viaje. Como se extraño tan grata compañía. Y como donde comen dos comen tres, se agregaron dos hermanos más a la mesa: Margarita de Barranquilla, Colombia e Ivo de los buenos aires argentinos. Otra vez somos siete y no creo y que sea por casualidad; que alguien con una moneda de sobra la tire al escolazo por mi che!!!. Familia unida y ampliada. Hay tanto por contar, se va armando la ronda, el mate da vueltas sin parar. Y entre historias y risas surge la idea de pasar unos días en la selva. Cuando el sentimiento es limpio, es fácil ponerse de acuerdo. A descansar que mañana salimos temprano.


El dato, suministrado por la hija de un capitán de barco(los buenos mensajes caen de lugares impensados) era: km50 de la ruta a Nauta, en las afuera de Iquitos, dos horas de caminata dentro de la selva y se llega a una comunidad naturista de nombre Arcoiris. Así fue que, previo perdernos en la selva y ser rescatados por dos lugareños, llegamos a la casa de Yoel quien nos llevo hasta la comunidad Arcoiris (cualquier similitud publicitaria es pura ironía del destino). Pero a medida que nos adentrábamos en la profundidad de la selva y pasaban los días, regresaba en mí esa sensación ambigua de asombro y desconfianza, como una presencia que no se ve pero se siente e incomoda.


En la selva amazonica

 Transcurrimos cinco días en la naturaleza virgen de la selva con una flora y fauna exótica increíble, algunos acampando, otros durmiendo en chozas con hamacas y mosquiteros para resguardarse de la insoportable perseverancia de todo tipo de insecto picador, mordedor y asesino, refrescándonos en un pequeño río en kalato (tarea para el hogar para los que no sabes que significa) y como Arcoiris es una comunidad naturista, ecológica y autogestiva realizamos también tareas de preservación como siembra y cosecha de plantas, limpieza del río, preparación de agua de caña de azúcar y elaboración de alimentos en comunidad. Fue una experiencia interesante y enriquecedora aunque finalmente un poco desilusionada porque por momentos se recaía en una actitud inocentemente “hippie” y desorganizada, que no permitía el desarrollo más profundo y productivo de la comunidad. De todas formas es absolutamente rescatable y valorable la búsqueda de una alternativa de vida en armonía física y espiritual con la naturaleza. Cualquier otra apreciación es parte de la subjetividad de cada uno.



 Cuando ya estábamos por volvernos a Iquitos, Paula y Edu de regreso de un agotador trabajo matutino de siembra, se reencontraron con nuestro amigo Yoel, quien con mucha amabilidad y desinterés los invito a refrescarse a su casa. Ahí descubrieron que él además de ser un sexagenario poblador de la selva, es un medico chaman y los invito a realizar la ceremonia de la ayahuasca que algunos del grupo querían experimentar. Muchos ya teníamos ganas de abandonar la selva cansados del duro ambiente y las picaduras de mosquitos, pero al estas con Yoel todos sentimos la necesaria tranquilidad interior como para quedarnos.


Un día más pasamos en la intimidad del grupo y Yoel. Junto con Paula, Javi, Edu y las indicaciones de él preparamos la medicina para la noche entre historias y relatos de la vida en la selva y la magia negra y brujerías que oculta. Personalmente, transcurrí el día entre pensamientos sobre lo adecuado o no de realizar la ceremonia. Las palabra de Yoel sobre las propiedades alucinógenas de la planta de la ayahuasca y el objetivo medicinal de la ceremonia fueron de gran ayuda y confort, como así también la imprescindible comunión espiritual del grupo. Esperé la noche preparándome para la ceremonia en profunda medicación y reflexión. Cada uno a su manera. La hora indicada llegó. Viví una experiencia impensada hasta entonces. Intensa, fuerte y muy dura. Había una energía en el ambiente y entre nosotros que jamás creí poder percibir. Muchas cosas fueron mas claras para mi entendimiento y muchas no, pero algo cambio aunque es difícil encontrar las palabras para explicarlo. Quizás sea porque hace falta tiempo para asimilar la experiencia o quizás porque es tan interno y personal que no merece explicación alguna sino puro sentimiento y esencia con un mismo. La noche fue larga pero pasó. Agradezco infinitamente la compañía de mis amigos. El sol volvió a salir y aunque en la selva no por casualidad sus rayos no siempre llegan hasta la tierra, un poco de luz ayudo a levantar el cuerpo y el espíritu.

de izquierda a derecha: Paula, Ivo, Margarita, Edu, Walter, Jose y Javi


 Con el nuevo día salimos de la selva. Cada uno se llevara una porción de ella en la medida que le corresponda. Personalmente sigo con esa sensación ambigua hacia ella pero ahora siento que puedo enfrentarla y enfrentarme con mayor capacidad y seguridad. Siento que la selva tiene voluntad propia, conciencia de su existir y su destino. Es encantadora y seductora pero también oscura y peligrosa. Esconde profundos y oscuros misterios. En ella, la vida transcurre machete en mano desde la cuna al cajón a fuerza de sobrevivir y curtir el espíritu. En ella la magia negra y la blanca están naturalizadas como dos hermanas gemelas aunque son el agua y el aceite. Creo que algún día volveré pero ahora necesito imperiosamente alejarme, tomar distancia, porque a veces el tiempo y la distancia mejoran la vista y la comprensión.


Unos días en Iquitos porque la ceremonia deja marcas que son necesarias descansar. Poco a poco empezamos a hablar y poco a poco nos empezamos a despedir. Un abrazo al alma a Ivo que su camino regresa mi Buenos Aires que tanto extraño. Un abrazo del alma a Margarita que su camino coincide con el nuestro. Zarpamos en barco los seis en familia con destino a la costa norte del océano pacifico peruano. Pero el camino como siempre, es largo y hay mucho por vivir. La capacidad de sorpresa del universo es inmensa, solo resta comprender que es nuestra la voluntad de andar en armonía y libertad con el camino de la vida. Solo resta tomar conciencia, dar el primer paso y salir.

4 comentarios:

  1. Hola Wal!! Hola Edu!!! Como andan? Renovados en el alma? Me encanta Wal que cada vez que leo tu Blog en cada entrega hablas mas del alma y la nombras mas. Sobre la experiencia que vivieron... los felicito!!!!!, siempre uno tiene ciertos resquemores o miedo o duda como vos decis, pero hay que vivir esas experiencias por algo la bienaventura del camino te las pone delante tuyo, uno puede elegir evitarlas o no, por algo uno es libre, me alegro que no la hayan evitado. Para mi no hace falta explicacion, porque no hay palabras que expliquen lo inexplicable, es una experiencia de ustedes, y ustedes tienen que asimilarla a medida que van viviedo, recordando lo que aprendieron (se nota que soy maestra y no safo del aprender). No todos toman conciendia de la escencia de uno mismo, no todos tienen la valentia de tomar conciencia y dar el primer paso, ustedes lo hicieron Fuerzaaaa. Sigan dando otros pasos mas, para esto programaron este viaje y no es casual que ustedes dos se hayan acoplado de todo el grupo (de Buenos Aires) para realizarlo, el camino ya los habia elegido antes que ustedes lo supiecen. A vivir!!!! Mucha Suerte. LOS QUIERO MUCHO A LOS DOS Y A LA DISTANCIA ESTAMOS MAS CERCA WAL!!! TE QUIERO MUCHO. TU HERMANA

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  2. HOla Wallllllllllllll!!! muy bueno lo que hicieron!!! algo me habia adelantado fede, pero la verdad es que espero la actualizacion del blog para sentirte mas cerca y contarnos en detalle lo que estas viviendo. muy lindas fotos...dan muchas ganas de viajar.sepan que no estan solos y que estan en todo momento acompañados por nosotros!!!

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  3. como andan chicos? los extrañamos mucho!!!!!
    Espero que cuando vuelvan nos podamos reecontrar!!! saludos
    Daniel y Lorena
    Psta: Edu el 25 de marzo fue el cumpleaños de tu ahijado, cumplio 8 años. Y lorena empezo a trabajar de empleada en un estudio contable en moron.
    Saludos

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  4. hola a todos. Muchas gracias por los comentarios, por la compania y por estar siempre ahi tan pero tan cerca del abrazo. besos

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Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.