Un poco de Historia

Me llamo Walter Cornejo, nací el 17 de Abril de 1978 en Hurlingham, una pequeña ciudad de casitas bajas al oeste del Gran Buenos Aires, sereno y de frondosos arboles. 


A los seis años mi familia se mudo a Sudáfrica por trabajo y este fue mi primer gran viaje. Fueron un poco mas de dos años de una experiencia que me dejó recuerdos salteados en mi inconsciente, imágenes, sabores, aromas...tantas cosas lindas. Lo principal: descubrir que el mundo es enorme y que recorrerlo es algo inigualable.


Con mi hermana Zaida en Sudáfrica (1986/87)


De vuelta en Argentina, mi papa, viajero de alma también, me llevo a recorrer gran parte del país y algunos países limítrofes, inclusive en una etapa con casa rodante que fue una experiencia tremenda. 


Ya en mi adolescencia repartía el tiempo entre estudios y viajes cortos con amigos empezando los primeros con mochila a la espalda.


Recuerdo particularmente la primera vez que llegue al Cristo Redentor en Mendoza y al subirlo descubrí que esa linea que divide Argentina de Chile simplemente no existe. Las fronteras como tantas otras cosas, son pura ilusión.


En el Cristo Redentor, Mendoza, Argentina (Marzo 2003)


Mas adelante descubrí mi profesión y vocación, estudie, estudie, y estudie y después de muchísimo esfuerzo y tiempo me recibí de Arquitecto en la Universidad de Buenos Aires. Pero con mi gran compañero de estudios y hermano de la vida, Federico Cáneva, teníamos un sueño por cumplir al recibirnos: "viajar de mochileros por América y conocer Machu Pichu".


La vida me llevo a iniciar el viaje primero a mi. En mi primer gran viaje como mochilero recorrí el norte Norte Argentino, Bolivia y llegue hasta Copacabana y el Lago Titicaca, pero no llegue a Machu Pichu. Recuerdo ese dia que subí al Calvario de Copacabana y contemple desde lo alto el imponente Lago y a lo lejos vi al Perú. Me quede sin palabras, solo contemplar. Contemplar el horizonte a lo lejos y sentir un llamado imposible de no responder. Pero todavía me faltaba recibirme.


En el Lago Titicaca, Bolivia (Enero 2007)

Con la certeza de un objetivo por cumplir, volví, cursé las ultimas materias, aprobé los últimos exámenes, me recibí,  cancelé el contrato de alquiler donde vivía, vendí muchas cosas, regalé otras, embalé lo restante, armé una mochila con un montón de cosas innecesarias y a casi dos año de volver, salí de viaje otra vez.


Durante ocho meses recorrí Sudamérica conociendo lugares y paisajes increíbles, personas de todo tipo, amigos y culturas impensadas para mí. Esta vez salí con otro hermano de la vida, Edu Cospito y conocí otros hermanos mas que guardo en mi corazón. 


Y un día como me fui... volví. Con la misma mochila en la espalda, la misma ropa pero un mucho mas gastada, el pelo un poco mas largo y sucio, flaco y cansado pero pleno de vida. Volví pero no volví igual. Nunca mas seria el mismo que antes. Desde entonces el horizonte, en todo sentido, nunca volvería a sentirlo como algo lejano y distante. Definitivamente comprendí, como alguna vez escribí en este mismo blog, que: "cuando uno se siente plenamente vivo, lo imposible se disuelve".


con Edu viajando por Chachapoyas, Perú (Marzo 2010)


Volví, pero con la intención de seguir viajando aunque sea un tiempo mas. Pero necesitaba tiempo para asimilar todo lo vivido, tiempo para trabajar, aprender, investigar, reconocerme nuevamente, ya que viajando descubrí en mi una energía y entendimiento que necesitaba comprender de a poco. "Todo llega a su debido tiempo. No se puede apresurar una vida, no se puede resolver según un plan"; me recordó hace muy poquito un almita que mucho me enseñó. Gran verdad. 


Aprendí y aprendí mucho. Descubrí mucho. Viajando descubrí un pulsar distinto en mi interior. Comencé a escuchar con mas atención mi interior y descubrí un mundo maravilloso a través de la meditación, el yoga y los sonidos. Eso que apenas vislumbre viajando empezó a tener sentido.


Pero viajar siempre se mantuvo latente en mi interior, en mi búsqueda, siempre sentí el llamado del horizonte. Y así es que ahora, otra vez, armo la mochila. Este vez, Fede, esta viajando con Vicky su novia por América; ellos tienen su viaje, yo el mio, pero queremos cumplir ese sueño de viajar juntos un tiempo compartiendo el camino. Ellos van hacia Norteamérica y quien sabe hacia donde mas los llevará el destino; yo empezando por America, voy camino hacia Asia, quisiera conocer profundamente la India, Nepal, el Tibet, Thailandia y China. Si Dios quiere después quisiera ir a Medio Oriente y volver a África donde todo empezó. No se. Tan solo Dios lo sabe. Yo solo puedo disponerme, entregarme a la experiencia de viajar con la mente abierta y el corazón cálido de amor por la vida.


Jamas podremos saber que nos deparará la vida pero si podemos elegir como transitarla. Yo quiero transitarla así, viajando como peregrino, descubriendo, disfrutando, aprendiendo, creciendo, enamorándome de la vida, día a día; sin mas expectativas que descubrir mi Ser Interior, la Sabiduría Suprema y la Bienaventuranza Eterna de estar vivo.


Y es esto, lo que deseo compartir




en Lámud, Peru (Marzo 2010)

















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Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.