martes, 16 de octubre de 2012

Chile, Desierto y mi Buenos Aires querida

El desierto. Hay entornos en los cuales sobreviven unos pocos; el desierto es uno de ellos. Siempre me sentí atraído por recorrer esas eternas planicies de arena, Sol y viento donde pareciera no haber nada y sin embargo sigue estando todo ahí. La naturaleza es sabia porque quien la creo es sabio y benevolente con sus criaturas. En el desierto se vive bajo el resguardo del abrazador sol durante el día y refugiados del gélido viento de la noche. En el Desierto un dedo de sombra es un oasis para un pequeño ser vegetal y una gota de rocío un manantial para una tímida lagartija. Cae el Sol bañando su cuerpo cansado en las aguas del Océano Pacifico, las inmensas dunas brillan refulgentes con los últimos rayos de luz divina. Cae la noche en el desierto y estoy apenas a mitad de camino de la tierra que me vio nacer. Falta mucho y todo un desierto por recorrer.

Desierto peruano

Después de un largo y agotador viaje desde Lima llego a Tacna, ultima ciudad del Perú. Aunque es un poco tarde sigo viaje hacia Árica, Chile en un bus repleto de chilenos que se reparten mercadería para que no se las confisque la aduana. Es una frontera algo rara; nada cambia exteriormente, todo sigue siendo desierto, pero la gente cambia; aparece esa tonadita tan simpática y alegre del chileno y sus rasgos son bien distintos del peruano. No fue complicación cruzar la frontera peruana, pero en la chilena un policía de investigaciones especiales me separa del resto del grupo con muy pocas palabras: "señor, por favor acompáñeme". Me lleva a un cuarto junto a otro chico peruano y mientras lo interroga me invita a sentarme en el calabozo. Por unos instantes pensé que cómoda se veía la cama detrás de los barrotes y mi cuerpo cansado casi sucumbe ante el cansancio del viaje pero prefiero quedarme de pie. Mis primeros temores se fueron diluyendo conversando con el oficial que es realmente muy atento, tranquilo e interesado en mi viaje; creo que me retiro del grupo mas por curiosidad que otra cosa. Me dejo ir luego de un saludo y lo bueno fue que hice muy rápidamente los tramites aduaneros. Finalmente piso suelo chileno luego de casi 15 años. Por la noche planto bandera en Árica en un hospedaje barato para descansar.

No encuentro ningun atractivo en la ciudad y cuento ademas con pocas ganas de conocerla. El viaje me esta pasando factura al cuerpo y solo tengo ganas de estar tomando mates con bizcochos. Sin pensarlo mucho, al otro día salgo hacia Iquique donde me esperaban unos couch. Iquique es una ciudad portuaria muy pintoresca y linda, aunque es un tanto extraño estar en una ciudad con riesgo de tsunami que no para de crecer en edificios y hoteles. Analia y Nico me reciben en su casa a pocas cuadras del mar y paso unos necesarios días de descanso, paseos y charlas con ellos. ahora si quizás por mucho tiempo no vuelva a ver y sentir el océano Pacifico y me tomo un largo rato para despedirme de su compañía. 

Iquique, Chile

Salgo de Iquique por la noche y llego a Calama en pleno desierto de Atacama por la madrugada. Andrea y Nico me advirtieron del frío por las mañanas pero no pensé que seria tanto. Luego de unas horas de espera llego finalmente a San Pedro de Atacama, un pueblo muy chico de callecitas de tierra y construcciones de adobe tipo de regiones de puna y desérticas  Por primera vez me falla un couch y conozco un argentino llamado Leandro que me recomienda un hostel cerca. Ya me había desacostumbrado a la compañia y a la vida de hostel con tantos extranjeros, pero igual practico mi ingles y tenemos unas lindas charlas con Leandro y un uruguayo llamado josé muy buena onda. San Pedro de Atacama está rodeado de desierto, salares y cordillera al este. Argentina esta cerca y ya siento su llamado. Pero antes aprovecho para hacer algunas caminatas y circuitos con bicicleta. visito el Pukara de Quitor, el Valle de la Luna y los alrededores del pueblo.

San Pedro de Atacama y alrededores

El desierto es implacable, tan contundente. Todo es piedra y arena y pareciera no existir nada mas. Pero es cuestión de sintonizar con esa piedra, con ese granito de arena y el sonido del viento; es necesario conquistar el silencio y la quietud del desierto para poder contemplarlo. Solo así descubro esos verdes musgos disfrutando de la sombra de una piedra o una pequeña arañita tejer sus telarañas. Solo así puedo sentir la sutil vibración de los granos de arena deslizándose por el viento o disfrutar las caricias del Padre Sol tiñendo las dunas de ocres y rojos.

Desierto de Atacama

Volviendo al hostel el encargado me presta un poco de yerba para el mate y al tomarlo no puedo resistir mas la añoranza. Al otro día temprano salgo hacia la frontera del Paso de Jama, hago mis papeles y empiezo a buscar transporte. Luego de varios intentos fallidos con camiones paraguayos, argentinos y bolivianos, finalmente me levanta un chileno de nombre Alejandro y, aunque algo desconfiado, acepta llevar al menos hasta Jujuy. Un viaje hermoso para hacerlo en camión atravesando la cordillera y la Puna jujeña. Cruzamos toda la Quebrada de Humauaca, San Salvador de Jujuy y al llegar a Salta, Alejandro me pregunta: "Hasta donde vas? porque yo sigo viaje hasta Uruguay y si queres te acerco mas?" Cambio de planes. Pasamos la noche en una estación de servicio y mas que nunca mi carpa parece una oruga descansando junto al gigante camión yanqui.

Paso de Jama

Al día siguiente me bajo en Rafaela, provincia de Santa Fe y por la noche me recibe una copiosa lluvia en Rosario pero con abrazo de primos y tíos. Casi en casa. Casi por varias razones. La vuelta nunca es fácil, no solo por lo físico sino fundamentalmente por lo psicológico y espiritual. Luego de dos días descansando en Rosario y esperando que pare la lluvia (cosa que nunca sucedió), salgo hacia Buenos Aires en tren. Extrañe tanto el silencio y la quietud del desierto al llegar a Retiro. Simplemente no entendía nada. Me hablaban y no podía escuchar, había tanto ruido y luces, tanto desgano y angustia en las caras de las personas. La única sonrisa que vi era la de un niño todo sucio jugando en la basura y la disfrute con muchísima alegría. como pude subí a otro tren y llegue a mi Hurlingham natal. Me costó mucho volver y hay veces que dudo haberlo logrado. Dicen que primero vuelve el cuerpo y luego el Alma y esta vez lo comprobé como nunca. Hace mes y medio que estoy en Buenos Aires tratando de acomodarme aunque no tanto porque pronto vuelvo a salir. Cierro la puerta de este ultimo periplo por América y tengo la certeza que no será el ultimo de mi vida, pero por el momento mis caminos se entusiasman con otros rumbos. Amo América, su tierra, sus montañas y lagos, su gente, música y comida. Amo cada rincón cercano y lejano de este hermoso continente. Mi vida jamas será igual luego de recorrer esta maravillosa tierra, pero también mi vida jamas estará completa si no vuelvo a caminar esta amada tierra americana. Todavía no me fui pero ya te extraño y sufro la distancia. Será verdad eso que dicen: "El primer amor nunca se olvida"













jueves, 2 de agosto de 2012

Vuelvo a caminar

Vuelvo a caminar. Dejo atrás la inolvidable Ambato y sus amigos. Dejo atrás (o adelante) a Vicky, Fede y Fusca continuando si viaje. Es tiempo de volver al mío. Debo admitir que extrañaba un poco viajar en soledad. Claro que nunca estamos solo ni tuve alguna vez ese sentimiento de soledad que entristece. Viajando siento como una soledad acompañada de todo, pero mas que nada siento mucha libertad. No es el simple hecho de acumular kilómetros recorriendo lugares turísticos; es lo que uno siente viajando lo que me enamora de hacerlo. Simplemente me siento bien viajando y esto es algo que quizás únicamente lo entenderá quien lo hace. No es solo salirse de la rutina, ya que viajar también puede convertirse en algo rutinario y abrumador. Es poder elegir con libertad hacia donde y como quiero ir y vivir, y no hacerlo porque debe ser así. Lamentablemente la libertad es un ideal muy manoseado. ¿Libres de que o de quien? Querer ser libre implicaría admitir primero que algo o alguien nos tiene oprimidos; sino para que desear ser libres. En tal caso la pregunta seria: ¿de que o quien busco liberarme? Cada cual con su respuesta. Yo quiero liberarme de mi mismo, de mi sentido de individualidad, de mi ego, mis temores y dudas. Desde niños nos enseñan que podemos conquistar cual valientes caballeros nuestros mas sublimes sueños; pero en cuanto salimos tras la conquista inmediatamente se nos juzga de utópicos o soñadores. Triste condena de Quijote recibe el hombre que sueña alto en una sociedad de horizontes inalcanzables. Libertad es alcanzar ese horizonte que no es mas que el mismo hombre conquistando su naturaleza de ser divino. Estoy convencido que esto es posible. No existen utópicos, existen los hombres empequeñecidos por el miedo y yo no quiero ser uno de ellos; antes prefiero la condena de Quijote. Así que todos los caminos empiezan y terminan en el mismo lugar: en la conquista de uno mismo; en liberarse de lo que nos mantiene cautivos en una ilusoria prisión, lejos de nuestra esencia, lejos de la Realidad. Me repito a mi mismo: viajando siento mucha libertad y me siento digno de ella. Vuelvo a caminar y conozco exactamente hacia donde voy.
 
Valle de Vilcabamba
 
Recapitulando. Salgo de Ambato con destino a Loja bien al sur del Ecuador. Llego temprano y aunque el tiempo mucho no acompaña decido recorrer la zona. Nunca me dejara de sorprender la biodiversidad de este hermoso País. En tan solo dos horas paso de las verdes sierras con picos nevados a un denso y húmedo bosque subtropical. Lamentablemente la ciudad de Zamora me recibe con una copiosa lluvia tropical y solo puedo recorrer sus calles. En Ecuador a lo largo del año hay solo dos estaciones: invierno y verano; en las dos hace mucho calor y solo las diferencia que en una llueve y en la otra no. Honestamente, no termino de entender cual es cual pero claramente yo estoy en la que llueve. A la tarde vuelvo a Loja para pasar la noche y al otro día ir hacia Vilcabamba. Mucho me habían hablado de este pueblo que hace tiempo deseaba conocer. Vilcabamba significa “Valle Sagrado” y turisticamente lo denominan el “Valle de la Longevidad” porque sus habitantes viven mas de cien años. Toda la región es bellísima; es un fértil valle rodeado de montañas y atravesado por cristalinos ríos y arroyos. La gente es muy tranquila, amable y simpática, y pienso que quizás esta sea la razón de su longevidad. Desconozco la razón por la cual sus pobladores originarios la llamaron “Valle Sagrado”. Mas allá de la belleza del lugar, digna de un escultor celestial, y de todo misticismo espiritual; creo que lo que eleva a algo al carácter de sagrado es la relación con ese mencionado algo. En tal caso lo sagrado dependería de la puesta en valor concientemente del hombre y no de un dogmatismo impuesto por algunos pocos. Esto seria como ver descender a Cristo de la cruz y caminar junto a nosotros como amigos y hermanos; pero esos mismos dogmáticos nos enseñaron que no somos dignos de aquello que mas debemos amar, y así lo sagrado es algo fuera de nuestro alcance. Las culturas originarias de América, como tantas otras a lo largo del mundo, nos enseñan que un río, mar, los astros, animales y hasta el mismo hombre son sagrados pues están esculpidos por la misma mano y por sobre y todo, deben aprender a convivir armónicamente. Esto convierte a cada instante en sagrado y a la vida en la mas esplendorosa de las experiencias. Sagrado es aquello en lo cual ponemos toda nuestra conciencia, nuestro ser, para vivirlo. Claro esta que Vilcabamba también puede ser un simple nombre producto de una estrategia de marketing; pero que lindo reflexionar sobra lo otro e inevitablemente transformarse con la reflexión.

Calles y alrededores de Vilcabamba

Paso unos días recorriendo el pueblo y sus alrededores. Es extraño la cantidad de extranjeros que atraídos por las bondades del lugar, se radicaron aquí a vivir. Incluso hay carteleras de publicidad en otros idiomas y en sus bares y plaza se escucha por igual proporción el español y el ingles. Acampo en un pequeño hospedaje junto a italianos, ingleses y norteamericanos, y aprovecho a practicar mi oxidado ingles y tan mal no me va. Después de un par de dias sigo caminando jnto a un amigo italiano llamado Matteo. Bus de vuelta a Loja, otro hacia Macará en la frontera y piso nuevamente tierras peruanas. Cambio en Piura y directo a Lima sin escalas.

alrededores de Vilcabamba


En Lima me hospede en casa de un viejo y simpático amigo de viaje llamado Charlie. Lima es una ciudad muy atractiva por sus espacios turísticos como el centro histórico con la Plaza de Armas, su Catedral, Iglesias y Conventos, la Alameda del río Rimac, las construcciones antiguas con sus balcones españoles, los barrios típicos de Barranco, Miraflores y el puerto El Callao, sus museos y actividades artísticas y su inigualable cocina peruana. Usualmente tiendo a evitar las grandes ciudades pero quería volver a Lima por dos motivos que por suerte pude cumplir. Por recomendación de mi papa (mi cabina de boxes cuando viajo) quería ir al Convento de Santo Domingo lugar donde vivió el San Martín de Porres, uno de los siete beatos peruanos. Lugar sagrado si los hay, se puede recorrer los pasillos del Convento que barrio aquel mulato conocido como el “Santito Escoba”, visitar la enfermería donde curaba y realizaba milagros, el lugar donde dormía y una capilla hecha en su conmemoración ( mas info aqui )

Calles de Lima

Convento Santo Domingo. Lima

También quería volver a unos de los lugares donde estuve en mi primera visita a Lima y que sin dudas marco un antes y un después en mi vida: el Templo Shuan Fa Albergue Cósmico. Hace dos años estuve aquí junto a unos amigos hermanos viajeros, Polita, Jose, Javi y Edu, y donde nos recibieron Schifu y las Mishu Alicia, Brandy, Rosario y Silvia (Shifu significa Maestro o Gurú y Mishu aprendiz o discípulas) desde que me fui siempre desee volver al menos a saludar y compartir algún tiempo. Tuve la suerte de llegar justo para una ceremonia junto a las Mishu y compartir mas tarde una charla enseñanza a solas con Schifu. Después pase dos noches en la soledad del Templo estudiando, practicando y meditando. Era justo lo que deseaba y pedir mas, sin dudas, era codicia. El domingo sucedió algo difícil de describir: estaba bajo un árbol sumido en mis lectura y meditando cuando de repente percibo que las aves habían cayado su cantar y el viento cesado su solar; fue como si toda la naturaleza se había silenciado. Imprevistamente la tierra empezó a temblar con fuerza, los árboles agitaban sus ramas y un profundo rugir parecía venir desde el centro mismo de la tierra: un temblor. Rápidamente pensé: ¿Qué hago? ¿hacia donde corro? Nada, a ningún lugar, no hay donde ir, me respondí. Nada malo puede pasar. Es difícil explicar el sentimiento interior, pero en verdad sentí que nada malo podía pasar. Sentí la tierra vibrar como nunca en mi vida y simplemente me alegre y sonreí. Sonreí. Los hindúes dirían: “todo es Maia” (ilusión). Segundos después la tierra dejo de temblar, los pájaros volvieron a cantar, el viento a soplar y yo a leer y meditar. Solo cambio que mantuve la sonrisa.


Al otro día me despedí del Templo, de Schifu y las Mishu con infinita gratitud. Al llegar a la casa de Charlie leí en los diarios que había sido un fuerte temblor grado 4.5 en la escala de Rotcher y que aunque gracias a Dios no se lamentaron grandes daños y pérdidas, se vivió un gran susto en la ciudad de Lima. Para mi fue una experiencia reveladora.

Templo Shuan Fa Albergue Cósmico. Lima



Almorzamos junto a Charlie, Francisco y yo, bautizado por ellos como el “Che Boludo”, y horas mas tarde me despedía para seguir viaje hacia el sur del Perú. Primero Tacna y luego pasaría a Chile. Fue una corta estadía en Perú, uno de mis países preferidos por su gente y sus paisajes; una corta estadía pero que me deja grandes recuerdos y vivencias. Ahora vuelvo a caminar, caminar siempre hacia el sur.









jueves, 26 de julio de 2012

Ecuador. Compartir, aprender y seguir

Salgo de Montañita, me alejo del océano y pienso lo mucho que voy a extrañar la frescura del mar, el sonido de sus olas y los atardeceres hipnóticos. Pero me dirijo hacia la cordillera y recuerdo las montañas con sus picos nevados, los Apus, y también los extraño mucho. A veces es difícil elegir; a veces pienso que cuando elijo algo estoy perdiéndome lo otro. Pero pienso que la vida es eso que trascurre entre una elección y la otra; si no hay elección, no hay movimiento, no hay acción y sin acción no hay transformación posible; solo quietud y esa no es una opción.  Cambio de bus en Guayaquil y comenzamos a ascender la cordillera. La tarde se cubre de nubes oscuras y una suave pero copiosa lluvia comienza a caer. El bus sigue subiendo alto, muy alto. De repente la ruta atraviesa las nubes hasta dejarlas por debajo. Estamos mas cerca del cielo y el cielo esta mas hermoso que nunca. Estrellado como pocas veces lo vi y la Luna llena, brillante y luminosa, refleja la luz del Sol para recordarme que la noche no es tan noche. Opuestos; mar y sierra, noche y día, pero partes del mismo Ser. ¿Cómo elegir entre uno u otro? Mas bien hay que contentarse por el uno y el otro. Nada de conformismo, eso es para el pequeño hombre preso del temor. Contentamiento es alegría, felicidad y agradecimiento por lo vivido. En la vereda opuesta del conformismo y la mediocridad, es entendimiento, es sentirse pleno y vivo. Mi querida Luna, te pido que si alguna vez me encuentras sumido en la desilusión o la confusión, me recuerdes como has hecho esta noche aquella plegaria hindú que reza:


Asatoma Sat Gamaia
Tamasoma Yotir Gamaia
Myrtiorma Amritam Gamaia

Condúceme de lo irreal a lo Real
Condúceme de la oscuridad a la Luz
Condúceme de la ignorancia a la Verdad

Llegue a la ciudad de Baños por la medianoche y me hospede en el primer cuarto económico disponible. El viaje fue agotador y solo quería dormir. Por la mañana Fusca trajo a Vicky, Antonia y Fede para pasar unos días recorriendo la ciudad y sus alrededores. Baños de agua santa debe su nombre a las muchas vertientes de agua termal, específicamente a una llamada “el manto de la Virgen” donde dicen su agua es santa. El pueblo es pequeño y muy pintoresco, está rodeado de montañas y ríos, y se ubica sobre la ladera del Volcán Tungurahua, todavía en actividad. Nos tomamos unos días para descansar y pasear, visitando las termas, el valle y las cascadas. Finalmente llego el día de la partida de Antonia y otra vez fuimos tres. Dejando atrás una mañana lluviosa y con Fede mucho pero mucho mas tranquilo (por San Lorenzo que zafó del descenso!!! Malepensados), montamos  Fusca y partimos hacia el Volcán. El camino muy cuesta arriba, la lluvia y algunas quejas de Fusca solo nos permitió llegar hasta la ladera donde entre las nubes pudimos ver la boca del Volcán. Descendemos y encaramos hacia el oriente pero esas primeras quejas de Fusca se convierten en una caprichosa decisión de no seguir. Siempre me sorprendió la inhabilidad mecánica de Fede (o la habilidad para llamar a Armando), pero debo admitir que en estos días de viaje es otro Fede, y aunque lo intento e intento, Fusca no quiere dar un paso mas. Contentamiento. “inalterable ante la dicha y la pena”, dice el sagrado Gita. Que difícil. En fin, cae la noche, Fusca se disfraza de somier con techo y al lado de la ruta yo armo mi carpa, la oruga colorada como algún vez la bautizó una cordobesa llamada Nayu!

Baños. Ecuador
Cascada El Pailón del Diablo. Baños. Ecuador
Cascada Manto de la Novia. Baños. Ecuador


Por algo pasan las cosas. Es una frase hecha y archirrepetidas, pero esconde una gran sabiduría. A primera hora de la mañana empujamos a Fusca hasta el medio de la ruta y un camión del ejercito ecuatoriano nos remolca nuevamente hacia Baños, donde un mecánico realiza unos arreglos muy simple (Fede me hizo prometer voto de silencio) para poder seguir viaje hacia Ambato donde nos esperaba el Volks Club. Ahí cambio todo el viaje. Nos recibieron Raul y Guadalupe quienes nos acompañaron al mecánico especializado, el Maestro Henry, y organizaron una reunión con el resto del Club para la noche. Nos hicieron recuperar la sonrisa en momentos de pocas alegrías. Pasamos varios días en la casa del presidente del Club, el simpático y siempre jovial Franklin unto a su esposa Magda e hijo Rafa; estábamos como en casa. Mientras Fusca, cómplice quizás, pasaba del mecánico al electricista, del electricista al técnico en alarmas para luego volver al mecánico. Todos decían lo mismo: “parece que se quiere quedar en Ambato”. Y asi fue por tres días de paseos, encuentros con los integrantes del Club y hasta hicimos un reportaje para el diario local (Fede dira: robaste fama!!! Jaja) ver nota 

con el Volks Club de Ambato. Ecuador

Con Fusca casi recuperado salimos hacia Quito donde nos esperaba Sebastián del Club de la ciudad. Llegamos bien tarde y nos hospedamos en casa de Miguel, otro integrante del Club. Al otro día temprano Fede organizo una entrevista en vivo con la televisión publica de Ecuador. Comentarios apartes, esta vez si podrá decir que “robe cámara” (ver nota) pasamos unos días con los chicos del Club recorriendo la ciudad, el monumento de la Mitad del Mundo, justo en la línea del Ecuador, y fuimos a pasear por algunos pueblos cercanos donde pasamos la noche en la Laguna de Cuicocha acampando bajo las estrellas y rodeados de cerros y montañas.

con el monumento a "La Mitad del Mundo", Quito. Ecuador

Laguna de Cuicocha. Ecuador

Se acercaba la despedida con los chicos y decidimos viajar hacia el oriente a la selva como ultima etapa juntos. Ecuador tiene algo maravilloso: en pocas horas uno puede pasar de la costa a las montañas y luego a la selva, tres paisajes y climas completamente distintos en un día. Cruzamos así la cordillera con frio y viento para luego descender al exuberante y caluroso oriente. Recorrimos Cosanga, Archidona, y en Tena nos detuvo abruptamente una tormenta-diluvio tropical. Pasamos dos días acampando en la plaza del pueblo mientras los chicos aprovechaban a vender artesanías cuando la lluvia se los permitía. Seguimos viaje hacia Misauashi para visitar sus playar selváticas repletas de monos, y luego fumios hacia Puyo donde nos esperaba parte del Volks Club de Ambato.

Campameto en Tena. Ecuador
y el capitán rasgueando una zamba

Playas de Misauashi. Ecuador


Desde aquí pensaba seguir viaje solo pero el Club nos invito a pasar unos últimos días e Ambato y nos fue imposible decir que no. Primero pasamos por Baños donde nos rencontramos casualmente con Sergio y el tano Matteo de Montañita. Un inesperado y grato rencuentro. Y luego seguimos hacia Ambato; nuevamente, otra vez en casa. Una ultima noche, difícil noche, de despedida. Es tan duro despedirse porque uno sabe lo mucho que va a extrañar personas así. Para mi encima era llegar al final del viaje con los chicos. Muy distinto a aquel soñado en años de facultad, pero lo importante fue concretarlo y vivirlo. El Club entero nos invito a una última cena de despedida; padres e hijos, todos fanáticos del Escarabajo o  Pichirilo como aquí lo llaman, nos agasajan como amigos y compañeros de aventura. Promesas de rencuentros y próximos viajen se sucedan. Ojala, Dios me de la oportunidad de retribuir todo lo recibido. Realmente estos encuentros a uno lo trasforman; es tanto el cariño que se recibe que no queda otra que devolverlo. Es como un “saldo a favor” que uno debe compartirlo con otro.

Despedida en Ambato. Ecuador

Junté cada una de mis cosas y arme mis mochilas. Todo listo para partir. Hay algo que tenemos en común con Fede: no nos gustan las despedidas. En lo personal me incomodan mucho, no sé que decir y solo quiero que pasen rápido, a riesgo de parecer insensible o ingrato. ¿Pero como hacer para despedirse de alguien cuando todo tu corazón reclama su presencia? Nuevamente pienso en las elecciones y el contentamiento. Aprender a estar agradecido por el poco o mucho tiempo compartido y luego seguir. En definitiva cada uno esta en su viaje, en su propia peregrinación; compartiendo pero sin apego ni a lo bueno ni a lo malo. Así que tomo mi mochila sobre mi espalda, estrecho un abrazo eterno con cada uno, dos muy especiales con Vicky y Fede y subo al bus. Camino al sur. Me bajo de “Hasta lo de Nico y vuelvo a “América de pie”. Paso la última pagina de ese viaje que soñamos juntos y seguramente, ya ancianos, compartiremos con nuestros hijos y nietos. No hay mejor ejemplo que la propia experiencia, los propios pasos, la propia vida. Ellos sabrán que sus padres y abuelos supieron soñar e hicieron todo lo posible para hacer ese sueño realidad…y lo lograron. Como siempre recordaba mi capitán Fede: “hasta la victoria…siempre!!!”




jueves, 5 de julio de 2012

Un viaje dentro de otro viaje. Reencuentros


 Habrá sido por el año 2000 o 2001, con seguridad en la facultad, quizás en un curso de verano; Pudo haber sido algo así: Febrero en Buenos Aires, cemento y calor; aula repleta de alumnos, sin aire acondicionado y unos pocos pobres ventiladores hacen lo que pueden. Clase teórica de no se…algo...historia, estructura o matemáticas…no sé y en verdad es lo mismo, hace calor igual, y aunque el aula es grande falta el aire. Pienso ¿porque razón la mayoría de las ventanas son fijas y las que no están rotas y no pueden abrirse? ¿Pienso porque tantos alumnos? ¿Por qué estoy cursando en verano sabiendo que así no tendré vacaciones? Un año más sin vacaciones…porque? Porque y solo resta una pregunta: ¿Qué hago acá? En ese momento, Fede, con la misma cara de fastidio que seguramente tengo yo, me hace la misma pregunta: “¿Loco, que hacemos acá?”;” No se, pero cuando terminemos de cursar nos tenemos que ir de viaje”; “Donde”, repregunta; “A Machu Pichu y a recorrer América”; “Bueno, dale, nos quedan cuatro años y salimos”; “Listo, es un hecho”. No recuerdo bien si fue así, pero con seguridad se parece mucho a como debió serlo. Fede podrá decir que fue su idea, pero bueno, este es mi blog y hago uso de mi derecho de patria potestad. Lo que sí es un hecho, es que los cuatro años se convirtieron en unos 10 más, y año a año fuimos postergando la salida. Pero un día, glorioso día para dos simples estudiantes de arquitectura, nos recibimos y ya no hubo mas excusas. Solo quedaba una cosa: salir. Casi un año y medio pasaron desde que me recibí y llego un momento que no resistí mas ese llamado. Vendí todo lo que pude, regale algunas cosas, otras fueron a embalaje y deposito y las restantes abrí las puertas de mi entonces casa y las saque a la calle. Experiencia maravillosas de desapego de muchísimas cosas materiales que uno guarda para no se sabe bien qué. Llene una mochila, me puse ropa cómoda y salí de viaje. Pero esta vez, Fede, mi amigo, mi hermano de la vida no pudo acompañarme. Pase casi un año viajando y recorriendo Sudamérica, conociendo lugares y personas increíbles y volví atraído por el pronto nacimiento de mi sobrino. El viaje fue mucho más de lo esperado pero falto la compañía de Fede. Pasaron los meses, varios meses, y esta vez es él quien emprende su viaje junto a su novia Vicky a bordo de un Volkswagen escarabajo modelo 81 amarillo con la idea de llegar hasta Orlando donde vive su hermano Nico. Mientras tanto yo estoy organizando mi viaje por Asia, pero pienso: “qué lindo seria poder cumplir ese proyecto de viajar juntos por América”. Aunque sea por unas semanas, unos meses. ¿Cómo no aprovechar la oportunidad? Si tiempo nos sobra siempre. Entonces salgo de viaje nuevamente, voy camino a la India pero estoy al norte del Perú, en Máncora y todos estos recuerdos vienen a mi mente. Hace mucho calor, el día esta esplendido, cielo despejado y soleado, la playa y el mar perfectos, el viento suave y refrescante. Allá a lo lejos vienen caminando Vicky y Fede para estrechar un fuerte abrazo de reencuentro. Algunas personas nos miran pero no saben la historia que hay detrás de él. Comienza otro viaje que planeamos en esa aula de facultad. Pongo a descansar mis pies de mochilero peregrino y por un rato me subo a esta aventura de ir en un escarabajo Hasta lo de Nico.

Huaquillas, Ecuador. En la frontera peruano-ecuatoriana por pasar la noche en la Aduana


Al otro día del reencuentro salimos hacia la frontera peruano ecuatoriana. Ni llegue a disfrutar del mar que ya nos alejamos. Otra historia ir en auto, se lleva todas las miradas y los curiosos no tardan en acercarse atraídos por la simpática silueta de un “pichirilo” amarillo, como acá le dicen. Muchas preguntas: ¿de dónde vienen? ¿A dónde van? ¿Cuánto tiempo llevan viajando? etc, etc, etc y se arma un intercambio de historias, anécdotas y deseos de buen viaje muy lindo de vivir y compartir. Transcurren las horas entre historias y presentación de seguro, papeles y documentos. Nos toma la Luna por sorpresa y decidimos pasar nuestra primera noche en Ecuador acampando al costado de la Aduana. Al otro día bien temprano salimos hacia las sierras para visitar Cuenca. Cuenca es una hermosa ciudad rodeada de cerros y montañas y atravesada por ríos de agua clara y parques de recreación en una región de mucha actividad agrícola-ganadera. Sus calles, plazas e iglesias son muestras de una arquitectura colonial y republicana muy bien conservada. Por esto, por la amplia oferta cultural y artística y por el calor y alegría de su gente fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Una de las festividades mas importantes, llamada la “Fiesta de la Ciudad”, es el “Corpus Christi” y llegamos justo en su comienzo. La ciudad y alrededores de la plaza principal se visten de colores, fuegos artificiales, puestos de venta de comidas y los tradicionales dulces cuencanos, unidos con la ceremonia y Liturgia de consagración del Corpus que se realiza en la Catedral. Son días de mucha alegría y felicidad que tenemos la suerte de disfrutar. Vicky y Fede sustentan su viaje vendiendo artesanías y postales del viaje así que aprovechan para hacer feria, y yo como estoy a su lado acompañándolos y compartiendo, hago lo mismo. Pasamos así una semana entre noches de feria y días de paseos por la ciudad, sus museos y parques.


Cuenca. Ecuador

La festividad llega a su fin y nosotros decidimos seguir viaje hacia Guayaquil. Ahí nos esperaba Jonathan, un amigo de la madre de Vicky, Antonia, que vino a visitarla y compartir el viaje por unos días. Otro viaje. Jonathan nos hospeda en casa de su madre Lucy junto con su familia, y pasamos unos días recorriendo la ciudad y su atractivos como el Malecón Simón Bolívar, el Malecón El Salado con sus aguas danzantes, el típico barrio de Las Peñas, el centro histórico y hasta fuimos al cine y a al estadio del Barcelona a ver un partido de futbol.

Guayaquil. Ecuador

 Algo de turismo no viene mal, pero pasan los días en la ciudad y mis pies piden rutas mas tranquilas. Tomo mi mochila y me voy hacia la costa mientras que los chicos se quedan unos días mas en Guayaquil porque tienen unas entrevistas en periódicos y televisión (pueden ver las notas en este link ) Metro hacia la Terminal y bus por la Ruta del Sol hasta Montañita. Otra vez Montañita, la playa, el mar y los cautivantes atardeceres sobre el Océano Pacifico. Montañita es un pueblo muy chico sobre la costa, paraíso de surfistas y turistas de todas partes del mundo que buscan tardes de playa y noches de bar y fiestas, mas otros, especialmente argentinos, que aprovechan el turismo para trabajar y juntar unos dólares para seguir viajando hacia el norte o volver al sur. En lo personal buscaba un momento de serenidad y descanso, así que aproveche que estaba solo y me hospede en un cuarto modesto y tranquilo para luego ir hacia la playa.


Para nosotros argentinos que en el mejor de los casos miramos hacia el este donde el Océano Atlántico nos regala amaneceres refulgentes de luz, mirar un atardecer en el Océano Pacifico lo cambia todo. No es la playa, su arena, la vegetación frondosa y tupida, ni la gente con su cariño y folklore; es el Padre Sol quien cambia todo. El Sol descendiendo por el horizonte, zambulléndose en el océano y tiñendo sus aguas de rojo carmesí mientras los pelicanos y gaviotas en busca de alimento sobrevuelan los surfistas balanceándose en sus tablas y esperando la ola soñada. Es imposible no quedar atrapado por esa maravillosa escena; ese momento de tan intensa energía donde el tiempo se detiene y el océano parece recibir al Sol con sus brazos de espuma y sal, como si dos hermanos de un mismo Padre divino se recibiesen después de un largo peregrinar. Agua, Luz y Sonido. Agua para purificar cuerpo, mente y Espíritu, Luz para iluminar el camino hacia la Verdad, Sonido para cantar la gloria de la Naturaleza, alegre y esplendorosa de Vida. Las olas fluyen incesantemente hacia la orilla de arena fina y blanca, golpeando las rocas y trayendo ese sonido profundo del Océano. Ir y venir con el sonido del mar es un regalo del cielo; dejarse llevar por cada ola y volver tras la rompiente resulta el mas placentero de los juegos. Silencio…eso busco. Silencio interior para poder captar la sensibilidad de la Naturaleza, la Madre Natura; trascender la aparente realidad y transformarla; develar la esencia de las cosas y descubrir el Ser común a todas. Esto aprendo día a día de nuestra Madre Naturaleza. Recuerdo las palabras de un poeta:


“La existencia es un mar lleno de olas que no cesan. De este mar, la gente normal solo percibe las olas. Mira como de las profundidades del mar aparecen en la superficie innumerables olas, mientras que el mar queda oculto a ellas”.
Develar la esencia invisible para mi mente racional que solo exige respuestas y se apega a todo deseo mundano; develar la esencia visible solo para un corazón agradecido y pletórico de amor divino, en resonancia y unidad con toda la creación.

Atardecer en Montañita. Ecuador

Al otro día llegan Vicky, la Madre Antonia y Fede. Alquilamos una cabaña y pasamos una semana de playa, descanso y paseos. Vamos a Puerto Lopez donde año tras año las ballenas jorobadas regresan a sus aguas para aparearse y dar a luz sus crias. Se pueden realizar paseos de avistaje de ballenas, aves y snorkeling con peces de colores. Aunque el clima no nos acompaña mucho, pasamos unos agradables días de descanso compartiendo charlas y comidas con los chicos de las demás cabañas. Llega el día de la partida de Antonia, los chicos van de regreso a Guayaquil para acompañarla al aeropuerto y hacer unas entrevistas con otros medios mientras yo sigo en Montañita disfrutando una noche mas cerca del mar

Montañita. Ecuador. de izquierda a derecha: 
Sergio, Vicky, Fede, Walter, Antonia, Lucy, July, la Alemana y Emiliano

Puerto Lopez. Ecuador

 Al otro día tengo que seguir viaje. Bien temprano me despido del Océano y agradezco su compañía y enseñanza. Disfruto del suave masaje de su arena en mis pies, el sonido de sus olas la fresca brisa del viento y el calor del Sol. Me despido de los amigos vecinos con un fuerte abrazo y deseos de buenos rumbos, y sigo. Es mediodía, el Sol calienta con intensidad y su calor se hace sentir fuertemente. Dejo atrás el mar y parto hacia las montañas otra vez. Debo admitir que extraño la presencia de esos gigantes de piedra, tierra y minerales que tanto me atraen, mis queridos Apus. Dejo atrás el aire salitroso y tan solo en unas horas estaré respirando el fresco y liviano aire de la cordillera ecuatoriana; tan solo en unas horas estaré viendo el cuelo desde mas cerca. Allá nos reencontraremos con Vicky y Fede para seguir viajando juntos. Allá seguiremos haciendo realidad nuestros sueños y compartiendo esta maravillosas experiencia de viajar libremente por América.


miércoles, 13 de junio de 2012

Machu Pichu. Del sueño a la realidad


En verdad no recuerdo cuando fue. Supongo que en algún programa de televisión vi alguna imagen o documental de Machu Pichu por primera vez. Lamento no haber retenido ese momento en mi memoria. Si recuerdo  tener, desde mis jóvenes años de adolescencia, un fuerte deseo de conocer ese misterioso santuario reposado en la cima de una montaña. No sabía nada de historia incaica, Apus, coca y plantas sagradas, ni maestros Quechuas; la Cosmovisión Andina era algo muy lejano para mí y en gran parte todavía lo sigue siendo. Siento que la adolescencia son esos años en los que formamos los sueños y deseos mas intensos de nuestra vida, a pesar de que nos enseñan que ser adolescente es carecer o adolecer una dolencia, o hasta ser inmaduros. Del latin, “adolecere” significa “comenzar a crecer” y viene del verbo “adolere” que significa “extender la esencia”. Desde la tierna inocencia de una niño hacia el conocimiento de un adulto; este camino podemos elegir, conscientemente, transitarlo a través de sueños que nos conviertan en mejores seres humanos. Yo me soñé caminando por senderos de piedra hasta la cima de una montaña sagrada donde un santuario de sabios ancestros me esperaba. Ese sueño creó un pulsar imposible de no escuchar, ese pulsar me llevo a caminar y ese caminar me trajo hasta la montaña de mis sueños. Los Maestros nos dicen que no se puede apurar una vida y que debemos construir, desde nuestro interior, las condiciones necesarias para hacer realidad nuestros sueños y deseos mas profundos. Poco a poco, con paciencia, humildad y amor. Caminar, peregrinar, agradecer y luego compartir.


Rutas americanas


Salí de Copacabana en la mañana de un martes frio pero soleado. Como describir el dolor de un cólico renal?; los médicos dicen que es similar al dolor que sufre una mujer previo al parto, cosa imposible de comprobar por un hombre. Pero bien, había aceptado que algo debía purgar de mi interior y simplemente soltarlo; no sabía qué, pero me sentía seguro y confiado y así el dolor era mucho más tolerable. La mochila pesaba mas que nunca, los 4000msnm se sentían altísimos, pero para mi, continuar viaje era la opción más lógica, aunque en verdad iba en contra de toda lógica, razonamiento y consejo médico. Previo paso por la frontera boliviana-peruana, sellado de pasaporte y cambio de moneda, llegue a la ciudad de Puno. Al igual que Copacabana, Puno se encuentra a orillas del Lago Titicaca, así que continúe bajo la seducción irresistible del Lago, el Sol, la Luna y las Montañas. Me contacté con Ernesto Aliaga Montesinos, persona interesantísima para conocer y compartir charlas. Operador turístico (http://www.littlepointoflight.com/), fotógrafo excepcional y por sobre todo una gran persona. Me hospede en casa de su familia donde desde un cuarto en el tercer piso, despertaba viendo el Sol amanecer sobre el Lago bañando toda la ciudad y mi espíritu con sus rayos de luz dorada. Con Ernesto compartimos la atracción por los sonidos, así que organizamos un encuentro muy lindo con cuencos tibetanos, de cuarzo y digeridoo, que ojala podamos repetir en algún otro momento y lugar. Me quede unos días descansando porque aunque los cólicos aliviaron mucho, me levantaron bastante fiebre. Por lo visto había mucho que soltar. Ya recuperado un poco, agradeciendo a mis anfitriones, a Ernesto y su familia, partí hacia Cusco.

Puno, Perú

En Cusco, Ernesto me contacto con Jaqui para hospedarme en su casa junto con su familia en el barrio de Wanchaq y hacia allí fui. De nuevo me sentí como en casa y es increíble como uno va descubriendo un maestro en cada persona que conoce. Jaqui también es guía turística y una persona maravillosa para charlar y sobre todo escuchar ya que enseña Cosmovisión Andina.

La primer tarde noche fui a recorrer la ciudad y me invadió un sentimiento de alegría y agradecimiento por estar caminando nuevamente por sus coloridas calles y paseos. Cusco fue (y de alguna forma lo sigue siendo) el centro del Imperio Inca y ellos lo consideraban el centro mismo del Universo. Es una ciudad colonial con vestigios de construcciones incas en cada rincón ya que los conquistadores españoles construyeron su nueva ciudad sobre las ruinas de la capital inca. Cusco me sigue pareciendo maravillosa aunque a veces puede ser abrumadora por la fuerte actividad turística. Tengo la sensación de que en Cusco cada uno puede sentirse como en su tierra, ya que hay extranjeros de todo el mundo, abundan los restaurantes de comida internacional mezclados con mercados de productos regionales y autóctonos, y en su plaza principal, llamada Plaza de Armas, entre música andina se pueden escuchar todos los idiomas del mundo, incluidos los nativos como el quechua y el aymara. En tal sentido, Cusco continúa siendo el centro del mundo como ningún otro lugar, y creo que por sobre todo, eso significa ser un lugar de integración cultural, aunque claro está, con sus matices de capitalismo y neocolonialismo con una rara aceptación local, posiblemente por sus frutos económicos. En mi caso, disfrute mucho recorrer sus calles y mercados mientras organizaba mi visita al Valle Sagrado y a Machu Pichu.

Cusco, Perú

Mi monedero de pesos argentino devaluados no me permitía las excursiones mas confortables, agradables y atractivas, así que no tuve más opción que elegir la mas económica. Tome una minivan vía Santa Teresa (por caminos digamos algo accidentados geográficamente) hasta una Central Hidroeléctrica y desde ahí camine durante 3 horas a través de la selva hasta llegar a Aguas Calientas, pueblo desde donde se inicia el ascenso a Machu Pichu. Compartí la caminata con Ana y Eusebio, una pareja de colombianos que vienen bajando hacia Argentina (http://caminamossuramerica.blogspot.com/). Cae la noche y nos alojamos en un hospedaje para al otro día iniciar el ascenso. Mañana era el gran día, el día soñado, y a pesar del cansancio del viaje me sentía alegre y en paz como pocas veces en mi vida.

Caminata desde Hidroeléctrica hacia Aguas Calientes

A las 5:30AM iba a sonar el despertador pero mucho antes lo apague. Imposible dormir; aunque descanse placenteramente, la ansiedad podía más. Desayuno rápido con los chicos y salimos. Desde Aguas Calientes hay dos opciones para subir a Machu Pichu: 1) bus turístico a 24soles; 2) Caminata a puro ascenso y gratis; no hace falta aclarar cual elegí. Comencé a caminar todavía a oscuras atravesando la ciudad hasta el inicio del sendero, siempre en fatigoso ascenso, que lleva hasta el ingreso al parque. Inicie así el ascenso a la montaña de mis sueños. Pero aquí las montañas no son solo montañas; los incas has sabido reverenciar cada parte de la Naturaleza como un ser vivo que evoca un intenso sentimiento de lo sagrado, reconociendo y conectándose con el origen divino de todos los seres, dentro de los cuales el hombre es simplemente uno más y debe aprender a “convivir” en armonía y equilibrio con su entorno. Es así que para la Cosmovisión Andina las Montañas Sagradas son llamadas “Apus” y, no solo simbolizan, sino que “son” los espíritus tutelares de los Antepasados Protectores. Por lo tanto, ascender un Apu es una actividad de profundo respeto, trascendencia y agradecimiento, que se inicia con un pago, despacho u ofrenda ceremonial. Tomé así mis hojitas de coca seleccionada como ofrenda, llamada “K´intu”, agradecí a los Dioses por el momento cósmico en el cual se me permite vivir, crecer y aprender; pedí permiso y protección a los espíritus del Apu y comencé el ascenso. Como nunca me sentí peregrino.

Después de una hora subiendo, agotado y ya de día, llegue a la entrada, presente mi ticket electrónico de ingreso (si, el progreso y su tecnología llego a todos lados) y finalmente entre al Santuario Inca de Machu Pichu, Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad. Después de una corta subida llegue a una terraza desde donde se observa la Ciudadela de los Incas y la montaña sagrada de Wayna Pichu. Difícil, muy difícil explicar lo que sentí en ese momento.  Literalmente me quede inmóvil, impávido, tanto exterior como interiormente, con la vista desplegada frente a mí. Muchos corrían de un lugar a otro para buscar la mejor toma fotográfica; algunos iban hacia los distintos recorridos que hay dentro del complejo y otros buscaban la forma para recuperar aire perdido en la subida. Yo no podía moverme, ni dejar de mirar la ciudadela, los muros de piedra, las montañas, toda la imagen maravillosa de Machu Pichu; la imagen de mis sueños. El Sol, sin apuro alguno, con la sapiencia de saberse eterno, estaba pronto a asomarse detrás de una montaña. Todas las cámaras listas y todos expectantes en su posición. Un pensamiento vino a mi: “sentarse y contemplar”. Busque la terraza de cultivo más próxima, me acomodé, descalcé mis pies y percibí el suave y fresco césped. Cómodo. Me puse bien cómodo. Sereno y relajado. Respire. Conscientemente. Atento al aire puro y liviano ingresando en mi cuerpo regalándome su energía y vida. Respire. Una y otra vez. Mas y mas visitantes ingresaban y pasaban frente a mi pero era como no verlos; como estar solo pero a la vez con todos. Yo tan solo respiraba; cada vez más profundo. En un instante, divino instante, percibí un rayo de luz calentando mi rostro; alcé la vista y el Sol, el Padre Sol, el divino Surya de los hindúes, el magnífico Ra de los egipcios, Apolo de los griegos, el Tata Inti de los incas, desplegando su luz, acariciando dulcemente el cuerpo de la Pachamana, la Madre Tierra. Respire, y respire luz. El silencio y la quietud eran absolutos; lo abarcaban todo, todo estaba en armonía y natural equilibrio. Con la mente calma y apaciguada, me sentía vivo, libre y en comunión con cada parte del Valle. Me sentía un cuerpo vacio y a la vez pleno de toda la vida que me rodeaba. Estaba vivo, más vivo que nunca. Me vi fuera de mi, desde lejos, en mi sueño, en el santuario acompañado de los Apus, las Montañas y los Ancestros Protectores. Pero el sueño no era más sueño, el sueño era realidad. Respire. Profundamente. Respire junto a cada piedra, planta y ser a mi alrededor. Respire, y respire vida.

Santuario Inca de Machu Pichu

¿Cuánto tiempo transcurrió? ¿Quién sabe? ¿Habrán sido 5 o 30 minutos? 1 hora, días o vidas? No, transcurrieron aproximadamente dos horas; el Sol ya estaba alto y mucha gente estaba visitando el Santuario corriendo detrás de algún guía. Por lo pronto decidí desayunar, un mate de coca (así llaman aquí al te de coca), galletas y frutos secos. Tranquilo, sin apuro. Finalmente decidí caminar y recorres los distintos circuitos. Visite al Puente del Inca, la Puerta del Sol, ascendí hasta la cima de la Montaña Machu Pichu desde donde puede verse desde lo alto el Santuario y todo el valle rodeado de cerros, montañas, ríos y selva hasta el horizonte. Por senderos prolijamente empedrados llegue hasta la ciudadela y camine entre recintos de gigantes piedras perfectamente encastradas. En uno de ellos me reencontré con Ana y Eusebio y juntos recorrimos algunos templos mientras algunas llamas se alimentaban tranquilas sin ninguna preocupación como antes había hecho yo mismo. El día se disfrazó de tarde y comenzamos el descenso por el mismo camino de llegada, previo permiso y agradecimiento K´intu mediante. El sueño terminaba, pero el sueño y era parte de la realidad; una realidad hermosa y vivida con intensidad. Llegamos a Aguas Calientes con los últimos rayos de Sol y nos fuimos a las Termas para darle un merecido descanso al cuerpo después de la exigente jornada de caminata. El Alma estaba más plena y rebosante de vida que nunca, no le hacía falta ningún descanso, solo disfrutar. Al otro día me despedí de los chicos, ellos volvían en tren mientras yo lo haría por el mismo camino de selva bordeando las vías hasta la Estación Hidroeléctrica, donde me esperaba otra minivan que ya de noche me dejo nuevamente en Cusco. Taxi a casa de Jaqui, abrazo fuerte, charlas, alegría, emoción, gratitud y a dormir.

Vista desde Montaña Machu Pichu. 


Santuario Inca de Machu Pichu. 

¿Que hacer al otro día? No tenía nada más que pedir; todo fue perfecto. Quizás lo único que hubiese pedido es que mi amigo y hermano de la vida, Fede, estuviese conmigo al recorrer Machu Pichu, ya que con él, en nuestros años de facultad, planeábamos este viaje. El destino nos trajo en tiempos distintos pero él tan solo está a unos pocos kilómetros de distancia viajando también (http://hastalodenico.blogspot.com/). Cuestión de tiempo nomas. Pero a veces, la mayoría de las veces, la vida es más que generosa. Al otro día me reencontré con Laura Lazzarino (http://losviajesdenena.blogspot.com/) y Juan Pablo Villarino (http://acrobatadelcamino.blogspot.com/), amigos viajeros que solo conocía por sus blogs y mails enviados. Que gran regalo pasar el día con ellos visitando museos, compartiendo charlas y algo rico por las calles de Cusco. En verdad estar con ellos fue un privilegio y sentí como si los conociese de toda la vida. Abrazo eterno y con promesa de reencuentro en tierras argentas, nos despedimos. Gracias chicos. Para terminar el día de reencuentros, a la noche me junte con Sole, Simón, Agustina y Sebastián, también argentinos en viaje, que habían llegado hace unos días a la ciudad y fuimos a cenar unas ricas pizzas.

Con Laura y Juan Pablo en la Plaza de Armas, Cusco, Perú

Luego de una semana en Cusco, llego el momento de seguir viaje. Me despedí de Jaqui y su familia con otra promesa de retorno, ya que me quedo la cuenta pendiente de pasar unos días recorriendo el Valle Sagrado alrededor de Cusco. Ya veremos, el tiempo dirá y quizás, nuevamente, del sueño pase a la realidad. Salgo en bus hacia Lima, capital del Perú. 20horas de viaje y 30minutos después salgo en otro bus hacia Mancora. Otras 16horas y tras dos anocheceres en butaca semicama llego al punto de encuentro con Vicky y Fede. De la altura y frio de Cusco, a la arena y el calor de Mancora. De los Apus nevados, al horizonte infinito del océano pacifico. Es sabido que los Incas llegaron hasta estas costas donde, a través de la concha de Spondylus y joyas de metales preciosos, intercambiaban productos con otras culturas. ¿Que misterios y enseñanzas esconderán la espuma, el viento y el aire salitroso de estas playas? Otra historia por descubrir. Mientras tanto busco a los chicos por las calles de Mancora y disfruto nuevamente del Sol. Con Fede soñamos viajar por las rutas de América Latina y ese sueño esta por comenzar. Allá, tras la esquina, hawaianas y ropa liviana, Vicky y Fede vienen caminando. Todavía no me vieron, no saben que llegue, pero yo los veo y siento otra historia comenzar, otro sueño latir.

Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.