jueves, 2 de agosto de 2012

Vuelvo a caminar

Vuelvo a caminar. Dejo atrás la inolvidable Ambato y sus amigos. Dejo atrás (o adelante) a Vicky, Fede y Fusca continuando si viaje. Es tiempo de volver al mío. Debo admitir que extrañaba un poco viajar en soledad. Claro que nunca estamos solo ni tuve alguna vez ese sentimiento de soledad que entristece. Viajando siento como una soledad acompañada de todo, pero mas que nada siento mucha libertad. No es el simple hecho de acumular kilómetros recorriendo lugares turísticos; es lo que uno siente viajando lo que me enamora de hacerlo. Simplemente me siento bien viajando y esto es algo que quizás únicamente lo entenderá quien lo hace. No es solo salirse de la rutina, ya que viajar también puede convertirse en algo rutinario y abrumador. Es poder elegir con libertad hacia donde y como quiero ir y vivir, y no hacerlo porque debe ser así. Lamentablemente la libertad es un ideal muy manoseado. ¿Libres de que o de quien? Querer ser libre implicaría admitir primero que algo o alguien nos tiene oprimidos; sino para que desear ser libres. En tal caso la pregunta seria: ¿de que o quien busco liberarme? Cada cual con su respuesta. Yo quiero liberarme de mi mismo, de mi sentido de individualidad, de mi ego, mis temores y dudas. Desde niños nos enseñan que podemos conquistar cual valientes caballeros nuestros mas sublimes sueños; pero en cuanto salimos tras la conquista inmediatamente se nos juzga de utópicos o soñadores. Triste condena de Quijote recibe el hombre que sueña alto en una sociedad de horizontes inalcanzables. Libertad es alcanzar ese horizonte que no es mas que el mismo hombre conquistando su naturaleza de ser divino. Estoy convencido que esto es posible. No existen utópicos, existen los hombres empequeñecidos por el miedo y yo no quiero ser uno de ellos; antes prefiero la condena de Quijote. Así que todos los caminos empiezan y terminan en el mismo lugar: en la conquista de uno mismo; en liberarse de lo que nos mantiene cautivos en una ilusoria prisión, lejos de nuestra esencia, lejos de la Realidad. Me repito a mi mismo: viajando siento mucha libertad y me siento digno de ella. Vuelvo a caminar y conozco exactamente hacia donde voy.
 
Valle de Vilcabamba
 
Recapitulando. Salgo de Ambato con destino a Loja bien al sur del Ecuador. Llego temprano y aunque el tiempo mucho no acompaña decido recorrer la zona. Nunca me dejara de sorprender la biodiversidad de este hermoso País. En tan solo dos horas paso de las verdes sierras con picos nevados a un denso y húmedo bosque subtropical. Lamentablemente la ciudad de Zamora me recibe con una copiosa lluvia tropical y solo puedo recorrer sus calles. En Ecuador a lo largo del año hay solo dos estaciones: invierno y verano; en las dos hace mucho calor y solo las diferencia que en una llueve y en la otra no. Honestamente, no termino de entender cual es cual pero claramente yo estoy en la que llueve. A la tarde vuelvo a Loja para pasar la noche y al otro día ir hacia Vilcabamba. Mucho me habían hablado de este pueblo que hace tiempo deseaba conocer. Vilcabamba significa “Valle Sagrado” y turisticamente lo denominan el “Valle de la Longevidad” porque sus habitantes viven mas de cien años. Toda la región es bellísima; es un fértil valle rodeado de montañas y atravesado por cristalinos ríos y arroyos. La gente es muy tranquila, amable y simpática, y pienso que quizás esta sea la razón de su longevidad. Desconozco la razón por la cual sus pobladores originarios la llamaron “Valle Sagrado”. Mas allá de la belleza del lugar, digna de un escultor celestial, y de todo misticismo espiritual; creo que lo que eleva a algo al carácter de sagrado es la relación con ese mencionado algo. En tal caso lo sagrado dependería de la puesta en valor concientemente del hombre y no de un dogmatismo impuesto por algunos pocos. Esto seria como ver descender a Cristo de la cruz y caminar junto a nosotros como amigos y hermanos; pero esos mismos dogmáticos nos enseñaron que no somos dignos de aquello que mas debemos amar, y así lo sagrado es algo fuera de nuestro alcance. Las culturas originarias de América, como tantas otras a lo largo del mundo, nos enseñan que un río, mar, los astros, animales y hasta el mismo hombre son sagrados pues están esculpidos por la misma mano y por sobre y todo, deben aprender a convivir armónicamente. Esto convierte a cada instante en sagrado y a la vida en la mas esplendorosa de las experiencias. Sagrado es aquello en lo cual ponemos toda nuestra conciencia, nuestro ser, para vivirlo. Claro esta que Vilcabamba también puede ser un simple nombre producto de una estrategia de marketing; pero que lindo reflexionar sobra lo otro e inevitablemente transformarse con la reflexión.

Calles y alrededores de Vilcabamba

Paso unos días recorriendo el pueblo y sus alrededores. Es extraño la cantidad de extranjeros que atraídos por las bondades del lugar, se radicaron aquí a vivir. Incluso hay carteleras de publicidad en otros idiomas y en sus bares y plaza se escucha por igual proporción el español y el ingles. Acampo en un pequeño hospedaje junto a italianos, ingleses y norteamericanos, y aprovecho a practicar mi oxidado ingles y tan mal no me va. Después de un par de dias sigo caminando jnto a un amigo italiano llamado Matteo. Bus de vuelta a Loja, otro hacia Macará en la frontera y piso nuevamente tierras peruanas. Cambio en Piura y directo a Lima sin escalas.

alrededores de Vilcabamba


En Lima me hospede en casa de un viejo y simpático amigo de viaje llamado Charlie. Lima es una ciudad muy atractiva por sus espacios turísticos como el centro histórico con la Plaza de Armas, su Catedral, Iglesias y Conventos, la Alameda del río Rimac, las construcciones antiguas con sus balcones españoles, los barrios típicos de Barranco, Miraflores y el puerto El Callao, sus museos y actividades artísticas y su inigualable cocina peruana. Usualmente tiendo a evitar las grandes ciudades pero quería volver a Lima por dos motivos que por suerte pude cumplir. Por recomendación de mi papa (mi cabina de boxes cuando viajo) quería ir al Convento de Santo Domingo lugar donde vivió el San Martín de Porres, uno de los siete beatos peruanos. Lugar sagrado si los hay, se puede recorrer los pasillos del Convento que barrio aquel mulato conocido como el “Santito Escoba”, visitar la enfermería donde curaba y realizaba milagros, el lugar donde dormía y una capilla hecha en su conmemoración ( mas info aqui )

Calles de Lima

Convento Santo Domingo. Lima

También quería volver a unos de los lugares donde estuve en mi primera visita a Lima y que sin dudas marco un antes y un después en mi vida: el Templo Shuan Fa Albergue Cósmico. Hace dos años estuve aquí junto a unos amigos hermanos viajeros, Polita, Jose, Javi y Edu, y donde nos recibieron Schifu y las Mishu Alicia, Brandy, Rosario y Silvia (Shifu significa Maestro o Gurú y Mishu aprendiz o discípulas) desde que me fui siempre desee volver al menos a saludar y compartir algún tiempo. Tuve la suerte de llegar justo para una ceremonia junto a las Mishu y compartir mas tarde una charla enseñanza a solas con Schifu. Después pase dos noches en la soledad del Templo estudiando, practicando y meditando. Era justo lo que deseaba y pedir mas, sin dudas, era codicia. El domingo sucedió algo difícil de describir: estaba bajo un árbol sumido en mis lectura y meditando cuando de repente percibo que las aves habían cayado su cantar y el viento cesado su solar; fue como si toda la naturaleza se había silenciado. Imprevistamente la tierra empezó a temblar con fuerza, los árboles agitaban sus ramas y un profundo rugir parecía venir desde el centro mismo de la tierra: un temblor. Rápidamente pensé: ¿Qué hago? ¿hacia donde corro? Nada, a ningún lugar, no hay donde ir, me respondí. Nada malo puede pasar. Es difícil explicar el sentimiento interior, pero en verdad sentí que nada malo podía pasar. Sentí la tierra vibrar como nunca en mi vida y simplemente me alegre y sonreí. Sonreí. Los hindúes dirían: “todo es Maia” (ilusión). Segundos después la tierra dejo de temblar, los pájaros volvieron a cantar, el viento a soplar y yo a leer y meditar. Solo cambio que mantuve la sonrisa.


Al otro día me despedí del Templo, de Schifu y las Mishu con infinita gratitud. Al llegar a la casa de Charlie leí en los diarios que había sido un fuerte temblor grado 4.5 en la escala de Rotcher y que aunque gracias a Dios no se lamentaron grandes daños y pérdidas, se vivió un gran susto en la ciudad de Lima. Para mi fue una experiencia reveladora.

Templo Shuan Fa Albergue Cósmico. Lima



Almorzamos junto a Charlie, Francisco y yo, bautizado por ellos como el “Che Boludo”, y horas mas tarde me despedía para seguir viaje hacia el sur del Perú. Primero Tacna y luego pasaría a Chile. Fue una corta estadía en Perú, uno de mis países preferidos por su gente y sus paisajes; una corta estadía pero que me deja grandes recuerdos y vivencias. Ahora vuelvo a caminar, caminar siempre hacia el sur.









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Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.