martes, 16 de octubre de 2012

Chile, Desierto y mi Buenos Aires querida

El desierto. Hay entornos en los cuales sobreviven unos pocos; el desierto es uno de ellos. Siempre me sentí atraído por recorrer esas eternas planicies de arena, Sol y viento donde pareciera no haber nada y sin embargo sigue estando todo ahí. La naturaleza es sabia porque quien la creo es sabio y benevolente con sus criaturas. En el desierto se vive bajo el resguardo del abrazador sol durante el día y refugiados del gélido viento de la noche. En el Desierto un dedo de sombra es un oasis para un pequeño ser vegetal y una gota de rocío un manantial para una tímida lagartija. Cae el Sol bañando su cuerpo cansado en las aguas del Océano Pacifico, las inmensas dunas brillan refulgentes con los últimos rayos de luz divina. Cae la noche en el desierto y estoy apenas a mitad de camino de la tierra que me vio nacer. Falta mucho y todo un desierto por recorrer.

Desierto peruano

Después de un largo y agotador viaje desde Lima llego a Tacna, ultima ciudad del Perú. Aunque es un poco tarde sigo viaje hacia Árica, Chile en un bus repleto de chilenos que se reparten mercadería para que no se las confisque la aduana. Es una frontera algo rara; nada cambia exteriormente, todo sigue siendo desierto, pero la gente cambia; aparece esa tonadita tan simpática y alegre del chileno y sus rasgos son bien distintos del peruano. No fue complicación cruzar la frontera peruana, pero en la chilena un policía de investigaciones especiales me separa del resto del grupo con muy pocas palabras: "señor, por favor acompáñeme". Me lleva a un cuarto junto a otro chico peruano y mientras lo interroga me invita a sentarme en el calabozo. Por unos instantes pensé que cómoda se veía la cama detrás de los barrotes y mi cuerpo cansado casi sucumbe ante el cansancio del viaje pero prefiero quedarme de pie. Mis primeros temores se fueron diluyendo conversando con el oficial que es realmente muy atento, tranquilo e interesado en mi viaje; creo que me retiro del grupo mas por curiosidad que otra cosa. Me dejo ir luego de un saludo y lo bueno fue que hice muy rápidamente los tramites aduaneros. Finalmente piso suelo chileno luego de casi 15 años. Por la noche planto bandera en Árica en un hospedaje barato para descansar.

No encuentro ningun atractivo en la ciudad y cuento ademas con pocas ganas de conocerla. El viaje me esta pasando factura al cuerpo y solo tengo ganas de estar tomando mates con bizcochos. Sin pensarlo mucho, al otro día salgo hacia Iquique donde me esperaban unos couch. Iquique es una ciudad portuaria muy pintoresca y linda, aunque es un tanto extraño estar en una ciudad con riesgo de tsunami que no para de crecer en edificios y hoteles. Analia y Nico me reciben en su casa a pocas cuadras del mar y paso unos necesarios días de descanso, paseos y charlas con ellos. ahora si quizás por mucho tiempo no vuelva a ver y sentir el océano Pacifico y me tomo un largo rato para despedirme de su compañía. 

Iquique, Chile

Salgo de Iquique por la noche y llego a Calama en pleno desierto de Atacama por la madrugada. Andrea y Nico me advirtieron del frío por las mañanas pero no pensé que seria tanto. Luego de unas horas de espera llego finalmente a San Pedro de Atacama, un pueblo muy chico de callecitas de tierra y construcciones de adobe tipo de regiones de puna y desérticas  Por primera vez me falla un couch y conozco un argentino llamado Leandro que me recomienda un hostel cerca. Ya me había desacostumbrado a la compañia y a la vida de hostel con tantos extranjeros, pero igual practico mi ingles y tenemos unas lindas charlas con Leandro y un uruguayo llamado josé muy buena onda. San Pedro de Atacama está rodeado de desierto, salares y cordillera al este. Argentina esta cerca y ya siento su llamado. Pero antes aprovecho para hacer algunas caminatas y circuitos con bicicleta. visito el Pukara de Quitor, el Valle de la Luna y los alrededores del pueblo.

San Pedro de Atacama y alrededores

El desierto es implacable, tan contundente. Todo es piedra y arena y pareciera no existir nada mas. Pero es cuestión de sintonizar con esa piedra, con ese granito de arena y el sonido del viento; es necesario conquistar el silencio y la quietud del desierto para poder contemplarlo. Solo así descubro esos verdes musgos disfrutando de la sombra de una piedra o una pequeña arañita tejer sus telarañas. Solo así puedo sentir la sutil vibración de los granos de arena deslizándose por el viento o disfrutar las caricias del Padre Sol tiñendo las dunas de ocres y rojos.

Desierto de Atacama

Volviendo al hostel el encargado me presta un poco de yerba para el mate y al tomarlo no puedo resistir mas la añoranza. Al otro día temprano salgo hacia la frontera del Paso de Jama, hago mis papeles y empiezo a buscar transporte. Luego de varios intentos fallidos con camiones paraguayos, argentinos y bolivianos, finalmente me levanta un chileno de nombre Alejandro y, aunque algo desconfiado, acepta llevar al menos hasta Jujuy. Un viaje hermoso para hacerlo en camión atravesando la cordillera y la Puna jujeña. Cruzamos toda la Quebrada de Humauaca, San Salvador de Jujuy y al llegar a Salta, Alejandro me pregunta: "Hasta donde vas? porque yo sigo viaje hasta Uruguay y si queres te acerco mas?" Cambio de planes. Pasamos la noche en una estación de servicio y mas que nunca mi carpa parece una oruga descansando junto al gigante camión yanqui.

Paso de Jama

Al día siguiente me bajo en Rafaela, provincia de Santa Fe y por la noche me recibe una copiosa lluvia en Rosario pero con abrazo de primos y tíos. Casi en casa. Casi por varias razones. La vuelta nunca es fácil, no solo por lo físico sino fundamentalmente por lo psicológico y espiritual. Luego de dos días descansando en Rosario y esperando que pare la lluvia (cosa que nunca sucedió), salgo hacia Buenos Aires en tren. Extrañe tanto el silencio y la quietud del desierto al llegar a Retiro. Simplemente no entendía nada. Me hablaban y no podía escuchar, había tanto ruido y luces, tanto desgano y angustia en las caras de las personas. La única sonrisa que vi era la de un niño todo sucio jugando en la basura y la disfrute con muchísima alegría. como pude subí a otro tren y llegue a mi Hurlingham natal. Me costó mucho volver y hay veces que dudo haberlo logrado. Dicen que primero vuelve el cuerpo y luego el Alma y esta vez lo comprobé como nunca. Hace mes y medio que estoy en Buenos Aires tratando de acomodarme aunque no tanto porque pronto vuelvo a salir. Cierro la puerta de este ultimo periplo por América y tengo la certeza que no será el ultimo de mi vida, pero por el momento mis caminos se entusiasman con otros rumbos. Amo América, su tierra, sus montañas y lagos, su gente, música y comida. Amo cada rincón cercano y lejano de este hermoso continente. Mi vida jamas será igual luego de recorrer esta maravillosa tierra, pero también mi vida jamas estará completa si no vuelvo a caminar esta amada tierra americana. Todavía no me fui pero ya te extraño y sufro la distancia. Será verdad eso que dicen: "El primer amor nunca se olvida"













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Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.