jueves, 17 de mayo de 2012

Quebradita en mi Corazón



Lunes 7 de Mayo del 2012. 8hs de la mañana. Equipo, pasajes, documentación, todo en orden, mochilas y viandas varias preparadas, todo listo. ¿Todo? ¿Estoy yo listo?; no sabe, no contesta. reformulo pregunta: ¿Listo para qué?; otra vez, no sabe, no contesta. Por mas que uno se prepare y prepare, nunca se esta lo suficientemente listo; la mente siempre nos dice que algo falta, que algo nos olvidamos, que quizás no es lo mas conveniente, que quizás esto, quizás lo otro…quizás… opción 1: paso atrás y no salir; opción 2: soltar, entregarse y confiar. Elijo la segunda.

Entonces salimos. Papa y Marce me llevan a Retiro. Mama me viene a despedir y llega con lo justo para el abrazo. Que lindas son esas despedidas en el andén de un tren. Que cinematográficas son; que emotivo es ver tantos abrazos y deseos de buen viaje. Unos se van, otros de quedan. Pero los viajeros  siempre nos llevamos un poco de cada uno de aquellos que nos despiden; padres, hermanos, amigos, nunca viajamos solos y cuando mas lo necesitamos ese abrazo permanece bien latente en la piel. Presente.

Suena la bocina de la locomotora, fuerte tirón de arranque, estrepitoso ruido de metales quejándose y el tren, casi como despabilándose, emprende su marcha. Que difícil encontrar palabras para describir lo que se siente en ese momento. Es como una catártica  mezcla de euforia, miedo, ansiedad, alegría que se siente tan pero tan bien. Al pasar las horas, depositando la mirada en el horizonte siempre sereno, contemplando las cosas pasar, solo resta un estado de profunda paz y felicidad; maravilloso estado de plenitud. Si. Elegí bien, era la opción 2.

El vagón va lleno de gente que, esgrimiendo la más perfecta arma contra límites y prejuicios conocida con el nombre de “mate”, se van acercando los unos a los otros, compartiendo, ya que al fin y al cabo el viaje es largo y pasa mucho mas rápido reduciendo distancias, charlando y mateando. Donde hay mate, sin lugar a dudas, hay compañía. Pero tan largo no iba ser el viaje. Un piquete con unos pares de cubiertas ardiendo que unos perejiles tiran en las vías, deja a unas 300 personas, entre ellas bebes, niños, ancianos y quien escribe, varados en Rosario. Puedo tolerar este tipo de acciones pero jamás comprenderlas. Mas allá de la legitimidad de un reclamo, pasando abusivamente unos sobre otros jamás, pero jamás, se llegará a una solución. Paciencia, todo es parte del viaje. Pero mucha paciencia. Pasan las horas, se arman guitarreadas y charlas pero el agua del mate tarde o temprano se acaba, la paciencia de algunos también, comienzan los gritos y cánticos a la madre del dueño del tren (a la cual no tengo el gusto de conocer, y por lo que dicen prefiero no conocerla), los niños y bebes que en su inocencia no entienden de piquetes y comienzan a aburrirse y así, casi sin darnos cuenta, cae la noche. Después de mas de seis horas de espera llegan unos micros, gentilmente dispuestos por la Empresa, que con mucho tiempo de demora nos dejan (al fin!!!) en Tucumán. Taxi a la terminal, bus a Jujuy y después de 36horas de viaje mi cuerpo pide descanso.

En el bus conozco mis primeros compañeros de viaje (uno nunca viaja solo ¿lo dije no?) Soledad y Simón, oriundos de Tandil y en viaje hacia Ecuador. Ellos también venían en el ten y habiendo llegado a medianoche a San Salvador de Jujuy decidimos compartir una habitación en un hospedaje barato frente a la terminal. Al día siguiente partimos, ellos hacia Purmamarca y yo hacia Maimará.

 Camino a Maimará, Quebrada de Humahuaca, Jujuy. Patrimonio de la Humanidad

En Maimará me esperaba una amiga pero estaba algo preocupado porque no pude comunicarme con ella y no sabia donde vivía. “El que busca encuentra”, pensé. No se bien porque le pedí al chofer que me deje en la primer entrada al pueblo, encare la primer calle, vi dos chicos con cara de porteños entrevistando a una señora y les pregunte: “Buen día ¿conocen a Luciana?”; “¿Luciana de yoga?”; “si”; “Acá a la vuelta flaco”. Si, el que busca encuentra. Por cierto, después me entere que la señora era la esposa de Rodolfo Kusch del cual tanto he leído y admiro; para quien no conoce a este genial escritor acá va info: http://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Kusch / http://www.temakel.com/texolkusch.htm

Calles de Maimará,

Luciana es profesora de yoga y se mudo hace poco a Maimará junto con su novio Sergio, folklorista (no dejen de visitar su pagina http://www.sercanciones.com.ar/p/letras.html) y Félix, un angelito que lleva en su pancita y esta próximo a nacer. Siempre desee conocer Maimará y pasar unos días en alguna casa. Lejos de ser un pueblo turístico como Tilcara o Purmamarca, Maimará es un pueblo de habitantes de la Quebrada y algunos “forasteros”  como mis anfitriones. En sus calles se respira esa quietud y silencio tan propio de la Quebrada y que siempre busqué comprender. Siento que ese silencio tiene su origen en los mismos cerros que todo lo rodean y tanto cautivan el alma del viajero. Hasta el más descuidado turista se queda impávido ante la inmensidad de la Quebrada. Despertar y contemplar los cerros multicolores bañados por nuestro Padre Sol, lo transportan a uno a un estado de calma, serenidad y bienaventuranza.  Enseñanza de los cerros: paciencia y sabiduría; paciencia para entender que el tiempo es tan solo tiempo; sabiduría para trascender las apariencias hacia la esencia profunda de las cosas manifiestas. En mi tercera visita a la Quebrada, al fin, siento el pulsar quebradeño bajo mis pies peregrinos.

 Calles de Maimará

Pasan los días entre charlas, almuerzos y paseos. Llega la hora de partir pero antes se aproximaba una despedida en lo personal inolvidable. Hace muchos años cuando visite por primera vez Tilcara quedé maravillado por las actividades culturales y artísticas tan variadas que ofrecía el pueblo: peñas folclóricas, música variada, danza y artesanías unidas tras un aire jujeño especial. Y pensé: “que bueno sería participar en algo y dejar una pequeña huella”. Pues bien, Luciana se contactó con Mónica que es propietaria de un espacio llamado Tierra Azul (http://www.paseotierraazul.com.ar/) para realizar alguna actividad con mis cuencos, canto de mantras, percusión y sonido. Actividad que devino en un “Concierto de Cuencos y Mantras” con Luciana y Mónica en pleno centro Tilcareño. Pequeña huella, muy pequeñita, pero que alegro enormemente mi corazón.

Cuencos, fuego, Budha, Amor

Terminado el “Concierto” (un poco de vergüenza me dio el titulo…demasiado!!!) compartimos experiencias con los asistentes, comentarios, saludos y fuerte abrazo con Lu y Mónica. Eternamente agradecido por esta experiencia que espero se repita. Después salimos a festejar con Sergio y Luciana, como corresponde en la Quebrada, a una peña y luego a descansar. 

 Con Luciana y Mónica en Tierra Azul, Tilcara

Al otro día tras despedirme de los chicos y con promesa de retorno, partí nuevamente hacia Tilcara donde me reencontré con Soledad y Simón para ir juntos hacia La Quica y luego cruzar a Villazón, Bolivia. 


Me despido de la Quebrada,
mi quebradita querida que tan tuyo me hiciste.
Otra vez te dejo tras mis pasos,
pero te llevo por siempre, muy dentro de mi corazón.
Adiós mi Solcito humahuaqueño, mi cerrito, mi chinito y mi llamita,
sonidos de quenas y zampoñas, charangos y guitarras
Silencio y quietud.
Este peregrino continúa su caminar
y atesora junto a su alma
el recuerdo de nuestro eterno amor.


3 comentarios:

  1. Querido hijo, como extrañaba tus relatos, mi alma viajera lo necesitaba, pero como dije en el viaje anterior, esto es lo tuyo!!, me pongo en campaña para buscar un editor, eso si, 20% para mi no?. Que sigan soplando buenos vientos. Que Dios te acompañe y te proteja

    ResponderEliminar
  2. que vida tan generosa que me dio la oportunidad de compartir con vos ! tus palabras son muy hermosas ! te mando un beso enorme querido walter ! disfruta del viaje y te voy a estar siguiendo , ya estas entre mis marcadores ! :)

    ResponderEliminar
  3. Todo esos cuencos pensas meter en Fusca??? Mmmmm, no sé, lo hablo con él esta noche y te confirmo.

    ResponderEliminar

Porque viajamos?

Viajamos por viajar. Viajamos para saber, para conocer, para aprender. Viajamos para crecer.
Viajamos porque buscamos sin saber claramente que, pero convencidos de la necesidad interior e inagotable de buscar y buscar.
Viajamos porque a veces escapamos con el corazón entristecido, queriendo ocultar ese amor en algún lugar del olvido.
Viajamos porque nos preguntamos que nos esconde el horizonte, allá a lo lejos donde el sol se apaga y la luna con sus estrellas conquistan el oscuro cielo de la noche.
Viajamos porque sentimos el llamado ancestral del camino, aquel que temprano iniciamos con nuestro primer paso de niños, esperando completarlo con un ultimo paso de ancianos envejecidos por los años, con las manos y el cuerpo agrietados por el viento del camino, pero con la certeza de haber vivido con la voluntad de un hombre libre y plenamente vivo.